☀️🔸️capitulo XVII🔸️☀️

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Salí a gran potencia mientras cargaba mis katanas extendías en mis manos, me impulsaba con el mínimo salto de rama en rama. El viento en mi cara era espléndido hacia que mi haori ondeara junto a este en la cálida noche de verano

Corrí hacia la derecha donde oí el enfrentamiento más cercano. Al llegar puede ver la batalla entre una hija de Hermes y uno de Ares en la cual la muchacha estaba teniendo la desventaja por su pequeño tamaño el cual comparado con el adolecente de 17 años era comparar un elefante con un gato

El chico de un movimiento rápido golpeó el mango de su espada en el caso de la niña deja dejándola tirada como muñeca en el césped del bosque

Había llegado tarde, pero podía vencerlo por ella. Con el siguió de un felino salte de la rama más alta. El hijo de Ares miraba para todos lados sintiendo que algo venía, pero jamás miro hacia la resplandeciente luna dejándolo a mi merced

—Danza de la mariposa: capricho —pronuncie con calma mientras caía de las altura hacia mi enemigo, este al no poder defenderse de un combatiente aéreo coloco su espada delante suyo y proteger su rostro; cuando lo vi decidí cambiar de táctica. Utilizará eso a mi favor.

Así que utilice un poco de mi fuerza dándole una patada en su cabeza quitando así su arma la cual salió disparada al suelo a la vez que su casco caía de su cabeza. Como su cabeza fue hacia atrás todo su cuerpo también lo hizo de forma estrepitosa mientras que yo di una vuelta en el aire así caer con la elegancia de una mariposa pasándose en una delicada flor

El adolecente intento levantarse, lográndolo pero intercedí de inmediato dándole uso a una nueva postura del insecto

—Danza del escorpión: picadura paralizadora—en un parpadeo le di un pequeño golpecito con mi espada penetrando así la piel expuesta de la armadura logrando así que el paralizador entrará en su cuerpo

Como sabia que no tardaría en hacer efecto fui a revisar a la hija de Hermes .El adolecente me reclamo por la regla de no sangrar, pero no le di importancia ya que esa es la única forma de que el chico se paralizará en la medida de no usar

Al parecer la pequeña tenia unos raspones pero nada grave así que solo la cure lo bastante par que ella despertara un unos pocos minutos

Vi como el chico intento moverse pero me acerque haciendo que me mirara desde abajo —A,a,a~—hable de forma cantaría—yo no me levantaría su fuera tu, ¡de hecho, no me podría levantar si fuese tu!—hable con alegría—pero bueno, tengo otras cosas que hacer así que...~sayonara querido~—me despedí—a. se me olvidaba. El efecto dura aproximadamente veinte minutos, así que te recomiendo que cuentes números solo por el aburrimiento—y me fui de allí de un salto para poder seguir mi camino en busca de más combates y diversión

Mientras tanto en el arroyo..

🔱🌊Pov Percy 🌊🔱

—¡Al agua con el pringado!—gritó Clarisse.

Sus feos ojos de cerdo resplandecían conoció a través de los espacios del casco la chica blandía una lanza de metro y medio, en cuya punta de metal con resplandecía una luz roja. Sus hermanos sólo llevaban las espadas de bronce típicas; tampoco es que eso me hiciera sentir mejor que digamos

Cargaron a través del riachuelo. No había ayuda a la vista. Tenía dos opciones o podía correr o tratar de defenderme de la mitad de la cabaña de Ares.

Conseguí evitar la embestida del primer chico, pero estos tipos lamentablemente no eran tan tontos como el Minotauro.

Estos me rodearon y Clarisse me atacó con la lanza. Pude desviar la punta con mi escudo, pero sentí un doloroso calambre por todo el brazo. Se me pusieron los pelos de punta y el brazo del escudo se me había quedado entumecido. Jadee. Electricidad. Su estúpida lanza era eléctrica. Retrocedí

Otro chico me asestó un golpe en el pecho con la empuñadura de la espada y caí al suelo. Ellos habrían podido patearme hasta convertirme en gelatina, pero estaban demasiado ocupados riéndose como para hacerlo.

—Sesión de peluquería—dijo Clarisse Agarrándome el pelo

Conseguí ponerme en pie y levanté la espada, pero Clarisse la apartó de un golpe con la lanza, que chispeaba . Ahora tenía entumecidos los dos brazos.

—Uy, uy, uy—se burló Clarisse—Qué miedo me da este niño. Muchísimo-hablo con sarcasmo

—La bandera está en aquella dirección—le dije. Traté de fingir que estaba enfadado de verdad, pero me temo que no lo conseguí del todo.

—si—contestó uno de sus hermanos—Pero verás, no nos importa la bandera. Lo que nos importa es un tipo que ha ridiculizado a nuestra cabaña—

—Pues lo hacen genial sin mi ayuda—respondí. Admito que eso no fue lo más inteligente que he dicho. Y he dicho muchas cosas poco inteligentes.

Dos muchachos se abalanzaron sobre mí. Yo retrocedí hasta el arroyo, intenté levantar el escudo, pero la velocidad de Clarisse me superaba con creces. Su lanza me dio directamente en las costillas y de no haber llevado el pecho protegido, me habría convertido en chico frito. Como sí lo llevaba, el aguijonazo eléctrico sólo me dio sensación de querer arrancarme los dientes. Al ver mi distracción por el dolor uno de sus compañeros de cabaña me metió un buen tajo en el brazo.

Ver mi propia sangre. cálida y fría al mismo tiempo me mareó.

—No está permitido hacer sangre—hable

—¿enserio?—respondió el tipo—Supongo que me quedaré sin postre—

Me empujó al arroyo y aterricé con un chapuzón. Todos rieron. Supuse que
moriría tan pronto terminaran de divertirse. Pero entonces ocurrió algo. El agua pareció despertar mis sentidos, como si acabara de comerme una bolsa de las gominolas de mi madre.

Clarisse y sus colegas se metieron en el arroyo para acabar conmigo, pero yo me puse en pie dispuesto a recibirlos. Sabía qué hacer. Pero percibí como algo venía desde adelante

—¿que pasa pringado viste algo que te asusto?—me hablo burlón uno de los chicos pero no le conteste

—Danza del escorpión: picadura paralizadora—escuché gracias a la agudización de mis sentidos. Lo siguiente que vi fue a Nawaki golpear con la punta de su espada, la cual parecida convertida en un aguijón de escorpión real, en el hombro desprotegido del feo N°1 para luego dar una marometa y caer en silencio detrás mío. Cuando vi al chico que golpeó lo vi en el suelo sin poder moverse

Clarisse lo vio Con el seño fruncido antes de gritarle

—¡No te metas solecito, esto es entre el pringado y mi cabaña!—le expreso con furia Clarisse al hijo de apolo. Este la miró para luego asentir

—claro, clar. No me meteré—acepto y dio un salto para caer parado en la rama más próxima. Fue genial—suerte Percy—me deseo. Yo regrese a mi combate el cual en segundos comenzó

Al segundo le aticé un golpe en la cabeza arrancándole el casco limpiamente. Le di tan fuerte que le vi sus ojos vibrar mientras se derrumbaba en el agua. El feo número tres y el feo número cuatro se me arrojaron encima. Le estampé el escudo en la cara a uno. Ambos retrocedieron con rapidez

Clarisse llegaba enfurecida, y la punta de su lanza crepitaba de energía. En cuanto embistió, atrapé el asta entre el borde de mi escudo y la espada y la rompí como una ramita.

—¡Jo!—exclamó—¡Idiota! ¡Gusano apestoso!—me habría llamado cosas peores, pero la golpee en la frente con la empuñadura y la envié tambaleándose fuera del arroyo

Entonces oí chillidos y gritos de alegría, y vi a Luke correr hacia la frontera con el estandarte del equipo rojo. Un par de Hermes le cubrían la retirada mientras unos cuantos de apolo se enfrentaban a los de Hefesto.

Los de Ares se levantaron y Clarisse murmuró una maldición.

—¡Una trampa!—exclamó—¡Era una trampa!—

Trataron de atrapar a Luke, pero era demasiado tarde para ellos. Todo el mundo se reunió junto al arroyo cuando Luke cruzó a nuestro territorio. Nuestro equipo estalló en vítores. El estandarte rojo brilló y se volvió plateado. El jabalí y la lanza fueron reemplazados por un enorme caduceo, el símbolo de la cabaña 11. Los del equipo azul agarraron a Luke y lo alzaron en hombros. Quirón salió a medio galope del bosque e hizo sonar la caracola.

El juego había terminado. Habíamos ganado

Estaba a punto de unirme a la celebración cuando escuche la voz de Annabeth, justo a mi lado en el arroyo

—No está mal, héroe—Miré, pero no estaba allí—¿Dónde demonios has aprendido a luchar así?—me preguntó. El aire se estremeció y ella se materializó a mi lado quitándose una gorra de los Yankees. Me enoje. Ni siquiera me impresionó el hecho de que acabara de volverse invisible.

—Me has usado como cebo—le dije—Me has puesto aquí porque sabías que Clarisse vendría por mí, mientras enviabas a Luke por el otro flanco. Lo habías planeado todo—

Annabeth se encogió de hombros.

—Ya te lo he dicho. Atenea siempre tiene un plan—

—Un plan para que me pulvericen—hable con los brazos cruzados

—Vine tan rápido como pude. Estaba a punto de saltar para defenderte, pero...—Se encogió otra vez de hombros—No necesitabas mi ayuda además tenemos a nuestro samurái en las alturas—apunto un Nawaki en el árbol. El chico bajo flotando hasta nuestro lugar.

—Prefiero el término ninja, o incluso cazador—

—Bueno, nuestro cazador de las alturas—Entonces ella se fijó en mi brazo herido— ¿Cómo te has hecho eso?—

—Es una herida de espada. ¿Qué pensabas?—le respondí

—No. Era una herida de espada. Fíjate bien—me indico así que mire mi brazo

La sangre había desaparecido. Donde había estado el corte, ahora había un largo rasguño, y también estaba desapareciendo. Ante mis ojos, se convirtió en una pequeña cicatriz y finalmente se desvaneció.

—¿Cómo has hecho eso?—dije alelado.

Annabeth reflexionó con repentina concentración. Casi veía girar los engranajes en su cabeza. Me miró a los pies, después la lanza rota de Clarisse, y por fin dijo:

—Sal del agua, Percy—me ordenó Annabeth

—¿Qué...?—

—solo hazlo Percy—me ordenó con calma Nawaki

Lo hice e inmediatamente volví a sentir los brazos entumecidos. El subidón de
adrenalina decayó y casi me derrumbo, pero Annabeth me sujetó.

—Oh, Estigio—maldijo—Esto no es bueno. Yo no quería... Supuse que habría sido Zeus—Antes de que pudiera preguntar qué quería decir, volví a oír el gruñido canino de antes, pero esta vez mucho más cerca. Un gruñido que retumbó en todo el bosque

Los vítores de los campistas cesaron al instante. Quirón gritó algo en griego
clásico, y sólo más tarde advertí que lo había entendido a la perfección:

—¡Apartaos! ¡Mi arco!—

Annabeth desenvainó su espada.

En las rocas situadas encima de nosotros había un enorme perro negro, con ojos rojos como la lava y colmillos que parecían dagas. Me miraba fijamente a mi. Solo a mi

Nadie se movió, y Annabeth me gritó que corriera, pero no logré hacerlo. el perro salto en mi dirección. Podía verlo en cámara lenta, pero la criatura no llego ni siquiera a tocarme. Nawaki había saltado blandiendo con fuerza sus espadas, las cuales cortaron el torso y  la cabeza del animal haciendo que este estallara en sombras y llamas rojas

—estuvo cerca—me dijo dándome una blanca sonrisa

—Di inmortales!—exclamó Annabeth—Eso era un perro del infierno de los Campos de Castigo. No están... se supone que no...—

—Alguien lo ha invocado—dijo Quirón—Alguien del campamento—eso hizo que jadeos se escucharan mientras los susurros comenzaban

Luke se acercó. Había olvidado el estandarte y su momento de gloria se había esfumado

—¡Percy tiene la culpa de todo!- Clarisse—¡Percy lo ha invocado!—espeto con un imperceptible subir y bajar de su pecho. Resultado del temor

—¡¡Clarisse!!—le reprendió el hijo de apolo.

—Cállate, niña—le espetó Quirón.

—Estás herido—me dijo Annabeth—Rápido, Percy, métete en el agua.

—Estoy bien—le asegure. En eso, Nawaki apareció con un cuchillo. Me agarro la palma para así hacer un pequeño tajo en ella haciendo que me queje por la acción

—No, ahora no lo estás—replicó Nawaki

—Quirón, mira esto—le dijo la hija de atenea al centauro

Estaba demasiado cansado para discutir. Regresé al arroyo, y todo el campamento se congregó en torno a mí. Al instante me sentí mejor y la herida de mi palma se cerro. Algunos campistas se quedaron
boquiabiertos.

—Bueno, yo...la verdad es que no sé cómo...—intenté disculparme—Perdón...—Pero no estaban mirando cómo sanaban mis heridas. Miraban algo encima de mi cabeza.

—Percy—dijo Annabeth señalando lo que hubiese allí

Cuando alcé la mirada, la señal empezaba a desvanecerse, pero aún se distinguía el holograma de luz verde, girando y brillando. Una lanza de tres puntas: un tridente.

—Tu padre—murmuró Annabeth—Esto no es nada bueno—

—Ya está determinado—anunció Quirón. Todos empezaron a arrodillarse, incluso los campistas de la cabaña de Ares (aunque no parecían nada contentos)

—¿Mi padre?—pregunté perplejo.

—Poseidón—repuso Quirón—Sacudidor de tierras, portador de tormentas, padre de los caballos. Salve, Perseo Jackson, hijo del dios del mar—

renacer en un mundo semidivino Where stories live. Discover now