☀️🔸️Capitulo LXVI🔸️☀️

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Nevada, Presa Hoover domingo 17 de diciembre, 2006 11:32 AM

14 años, 6 meses, y 26 días desde mi llegada al mundo de percy Jackson

Nos hice aparecer a unos doscientos metros del lugar y camuflados con todo y canoas. De un momento a otro las canoas desparecioron por mi magia enviándolas hacia el

—A donde las enviaste?—me pregunto bianca

—Al campamento—aclare—¿por?—

—¿Entonces, perdimos 200 dólares?—preguntó Bianca.—¿cuál era el sentido de dejar dinero si te las ibas a robar igual?—

Puse una cara de dolor inigualable

No era mucho para mí 200 dólares, bueno, dolía un poco saber ya que ante para mi esa cantidad de dinero era una suma muy grande.

Pero viéndolo en retrospectiva era poco a lo que a mí economía se trataba. Y sin querer las había robado. Pero bueno, luego se las devolvería, después de todo teníamos suficientes canoas en el campamento.

—Pero que tacaño—dijo Thalia en una pequeña risa al igual que ponía los ojos en blanco . Sabía que no lo decía de mala, y por eso me daba risa.

—Gracias, Como don cangrejo—Hice una pequeña reverencia como si tuviese un público que me celebraba por ser tacaño.

—¿Tacaño? ¿Nawaki? Ja, si le pides una casa te la va a dar e incluso si quieres pagarle vas a tener que insistir para que acepte y de mala gana.—comentó con un deje de burla la cazadora mayor.

Y tenía razón, me gustaba ayudar, siempre me había gustado ayudar sin algún tipo de compensación cambio porque se sentía bien, en el caso de que la persona insista un poco, claro, acepte con todo gusto retribuir la petición de otro.

Mire a Zoë quien estaba con los brazos cruzados sobre su pecho. Su mirada fija en Thalia parecía que la hubiese acuchillado tantas veces que el queso suizo sería nada a comparación como hubiese quedado ella. Thalia le devolvió la mirada.

Ambas se parecían bastante. Fuertes, con liderazgo y no le gustaba que las cuestionaran. Guerreras entrenadas, quizás con un poco de mal carácter pero lo sabían controlar.

Coloque mi mano en su hombro. Enviándole el mensaje que elabora solo bromeaba. Au mirada se relajo pidiendo le disculpas por haberla matado tantas veces en su mente. O bueno, eso es lo que yo quería creer.
Caminando por el costado de la carretera llegamos hasta un pequeño espacio donde turistas y familias venían a contemplar dos estatuas. Ambas eran hombres sentados con un par de alas extendidas hacia arriba cada uno. Los dos estaban oxidados peo solo sus pies parecían casi estar en buenas condiciones

—Busquemos esa condenada taberna—concluyó Zoë, un tanto malhumorada—y echemos un bocado mientras podamos—

Percy sonrió.

—¿De qué te ríes?—le preguntó Zoë con una ceja encarada

—No, de nada—respondió, aguantándose la risa que no estaba funcionado—Me comería unas condenadas patatas fritas—

Incluso Thalia sonrió. Zoe no le venía gracia o simplemente no entendía.

—Y yo he de ir al baño, maldición—imito la hija del rayo.

Tal vez sería porque estábamos tensos y cansados, pero empecé a darme espasmos de risa.

En voz baja, a Thalia y Percy se les contagió la risa.

Zoë nos miraba perpleja.

—¿Qué les ocurre?—me cuestiono apuntándose con su pulgar. Me mordí los labios pero no podía contener la sonrisa de verlos imitar la forma anticuada de hablar de Zoë

renacer en un mundo semidivino Where stories live. Discover now