51.Ataque

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Habíamos sobrevolado en helicóptero la parte sur de Cerdeña,hasta aterrizar cerca de un bosque que rodeaba las bodegas de Alessandro.

El helicóptero no era sospecho,ya que en Cerdeña se alojan ricos con estos gustos,y Malcon se había lucido al conseguir el helicóptero tan rápido en un país que no es el suyo.

Según David , Alessandro está todavía de camino,le faltan unos minutos para llegar,así que debemos actuar rápidamente.

Creemos que Antonella va en el barco ,con esos desgraciados.

Hemos descifrado que van por mar, según nuestro hacker que ha medido tiempos y ha sacado esa conclusión.

Cuando llamaron estaban en mitad del camino,así que hay muchas posibilidades de que ella este dentro.

Están llegando todos mis hombres,en diferentes medios para no llamar la atención.

Así que todo va bien por ahora.

En mi mente cada cosa está planeada,así que hay muy poco margen de error.

—¿Cuanto falta para que llegen los desgraciados?—le pregunto a David que está a mi lado.

No puedo llamarlos de otra forma,ya que eso es lo que son,dos locos que se dejan llevar por una venganza y han metido a inocentes por medio.

No hablo de mi sino de una chica que perdió todo en esta vida,hasta sus recuerdos,y que tenga que estar en sus manos me hace estallar de ira.

Ella no merece esto.

—Van a atracar en el puerto en unos minutos—asiento a la información que me está dando.

Veo como todos mis hombres y los Víboras esperan mis órdenes.

Todos en filas en las puertas de un bosque que nos espera,y nos llevará a las mejores bodegas que tiene mi Alessandro.

Nos esperan horas difíciles,así que me mantengo calmada y empiezo a hablar.

—Llegaran pronto,no sabremos si llevarán con ellos a Antonella para chantajear al Don,todo puede ser posible—señalo a un grupo de diez hombres—vais a ir al puerto y revisar el barco de arriba a abajo,sino está Antonella me avisáis inmediatamente —ordeno mientras que los miro sin vacilar.

Ser líder esta en mi organismo esto no es nuevo para mi,pero no es lo que espero ser siempre.

—Todos os quiero cubiertos de arriba abajo,y con los chalecos puestos,no quiero ningún error —señalo los chalecos que están en unas cajas de madera.

Asienten mientras que veo como se los ponen, mientras sigo dando vueltas,y empieza otra vez el dolor en el pecho y noto como me sangra la nariz.

Pero me limpio rápidamente con la chaqueta de cuero,apenas se nota sobre el cuero el color rojo vivo que sale de mi.

Inspiró por la nariz un par de veces y respiro lentamente mientras intento seguir dando órdenes.

No me va a parar un par de gotas de sangre.

—Uno de los grupos irá con Malcon,quiero que cumplais cada una de sus órdenes—señalo a la persona que está a mi lado sin perderme de vista.

Sus ojos me escanean de arriba a abajo,se que se ha dado cuenta de la sangre,pero no dirá nada.

—Solo se matara a los rusos,los italianos ni tocarles un pelo aunque os disparen de vuelta—ordeno con seriedad—Ellos no saben que estamos de su lado,cubriros pero no le dispareis—acabo de hablar sin dejar de mirar a todos.

Más de doscientos hombres se inclinan hacia mi y contestan al unísono.

—Si señora.

Asiento y veo como se organizan en tres grupos,uno irán conmigo,y otros con Malcon,los demás irán al barco.

Samara (+21) Where stories live. Discover now