Sombra del pasado.

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Su voz sonó dentro de la tienda, se sujeto el pecho asustado ¿Por qué ella no le puede avisar que estar por llegar? O siquiera avisar de su presencia, para su desgracia esto muy pronto terminaría por deteriorar su salud cardíaca. Esos ligeros pies que nunca se oyen iban a matarlo algún día. 

—¡Vaal! Traje pan recién horneado. 

Su brillante sonrisa puede ser porque Seira se encontraba bien, tal vez no lo suficiente para que volviera con ellos o porque ese pan que sostenía orgullosamente había sido robado.

Extendió la mano para recibir su parte, no iba a debatir su pobre moral. —Una mujer vino a buscarte más temprano, estaba enojada. 

Ras con la boca llena de pan alzó las cejas hasta que recordó los gritos de la tarde — no te preocupes ella siempre esta enojada, sino es por uno es por lo otro.

Estaba más que seguro que era porque Ras siempre se metía en problemas, o su falta de criterio y su carente disciplina. 

La elfa se apresuro en comer el pan y mientras movía sus puntiagudas orejas, se puso de pie y salio por detrás de la tienda sin decirle nada, a los pocos segundos escucho a una voz gritando su nombre. Se cubrió la cara era un hecho robo el pan, escondió el pan a medio comer y sacudió las migas y volvió a tumbarse, en efecto vinieron a buscarla a la tienda y el cocinero se disculpo al verlo a él y no la pequeña elfa oculta con el pan. 

Tan pronto la pisadas enojadas se marcharon se sentó y termino de comerse el pan robado, debería ir a pagarlo. Se sacudió, al salir Raskreia lo cogió de la camisa y lo tiro rumbo al sector artesanal. —Vio unas chaquetas de cuero que te pueden quedar muy bien — le dijo abiertamente mostrándole el camino. 

—Ya tengo ropa. 

—No es suficiente— le echó un vistazo. —De las camisas que tienes solo una estaba algo presentable y no voy a hablar de tus pantalones. 

Se ruborizo y se dejó arrastrar. 

Ella entro primero saludando al desconocido como si se tratara de un amigo de toda la vida. —Oye traje a mi amigo. 

—Oh, deja verlo. 

Volvió a agarrarlo por la ropa y jalarlo dentro de la construcción draenei, el sastre puso una cara similar a la del herrero por la tarde ¿Cuál es su problema? 

—Dije que era grande. 

—Si que lo es—. Ella tomo asiento libremente, sentando encima de cualquier superficie e hizo una seña, juntando se dedo indice y el pulgar, oro, eso significaba el gesto y jugó con sus cejas con una amplia sonrisa. —Muy bien, estimada cliente— el elfo se ató el pelo en una cola y tomo una cinta métrica para medir a Vaal. 

Ras comenzó a hojear los patrones y dibujos de ropas que habían en donde se sentó. —Un amigo me dijo que tiene el porte de un semi Orco, un semi Ogro. 

El rubio alzó las cejas anotando las medidas —eso tiene sentido. 

—Me gustan estas camisas de aquí, estas chaquetas— las fue amontonando descartando los diseños que no le gustaban y de los que si. 

El sastre asintió concentrado. —Me dijeron que Lerenna tuvo a su hijo.

—Oh ¿De verdad?— subió su pierna sobre la otra y se metió en la conversación —el niño con tres papás.

Vaal arrugo su expresión, eso era escandaloso. Libertinos elfos, rezongó en su interior.  

El sastre sonrió burlesco —el tres leches. Bueno el misterio nunca se resolvió—. Vaal se tapo la boca para evitar reírse. —Al final se busco un nuevo novio, están por casarse en Dalaran.  

La criatura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora