Tranquiliem.

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Una brisa fresca se coló furtiva en la habitación y sus ojos amarillos relampaguearon al instante. El miedo inquietante la asalto. Se levantó de un instante empuñando sus dagas y rugiendo como una burda criatura salvaje aterrada, su pecho se salió de su pecho y quedó en su boca. Esto era temor. 

La pequeña elfa en camisa miró a la nada, la habitación en completa oscuridad con el frío que empapa la piel y cala los huesos. Nuevamente atormentada por una pesadilla junto al más pequeño cambio en la atmósfera la puso en alerta, despertandola abruptamente. Sospechando aún que un intruso fantasma entró sin detonar ninguna de sus trampas buscó por la habitación señales de la presencia  de un intruso y al no hallarlo, se vistió y salió de la habitación en la posada y caminó por las desocupadas calles de marfil de Lunargenta durante la madrugada. Nuevamente no había conseguido obtener una noche completa de sueño. Su mente y cuerpo estaban en el límite del desgaste pero que podía hacer, llevaba meses durmiendo sola y con ello, la soledad acompañaba el suceso que se repetía sin falta cada noche, las garras del perpetrador sobre su vientre marcando su carne o la sumisión bajo la prisión de unas cobijas sofocándola y sodomisandola, o los toques asquerosos de su primo mayor que se colaba en su cama cuando sus padres estaban descuidados, cada una de esas experiencias se transformaban en una sola y durante la noche le perseguían atormentandola. 

Todos esos padecimientos se habian unido para formar un solo terror y la perseguían cuando estaba sola. 

Sentada en la acera abrazo sus rodillas esperando a la luz de día calentara sus penas y desvaneciera la suma de todos sus miedos. 

Una noche dura trascurrió a tan esperado día. El día prometido. 

El Eredar entró en la esplenderosa ciudad llena de luz formado en las filas de los Renegados, vistiendo sus colores oscuros que marcharon escoltados por algunos representantes de los elfos de sangre que explicaban a grandes rasgos la misión por la que fueron llamados. 

Indicaron brevemente las avanzadas y los caminos que debían recorrer hasta llegar a la zona afectada. Vaal vio como los pocos no-muertos no sabían ubicarse en las tierras de los antiguos altos elfos. Los veteranos que fueron combatientes antes de la no muerte fueron movilizados a otro lugar y no al Norte de los Reinos del Este como ellos. Los Renegados con él no habían tenido la oportunidad de estar en los bosques de la canción eterna. 

—¡Hey, estaba llamandote Eredar!— La matrona de los paladines de sangre en dichas tierras le habló a la figura que se destacaba en las filas de soldados. En cuanto tuvo frente a ella los ojos viles observandola con paciencia suspiro. —Lo siento, Vaal. Te llamé por tu nombre pero no atendias.

El demonio sacudió su cabeza con un pesado yelmo de placas. 

—Estaba distraido, descuide. No tiene que ser tan educada conmigo. 

Lady Liadrin frotó su rostro arrepentida. Las desconfianzas hasta ahora ya no eran del todo justificadas. El Eredar nunca afectó a Raskreia, todo lo contrario. —Ven sigueme, hablemos—. La paladín comenzó a hablarle de la tragedia de la peste, la misma que le contó Ras estando en Terrallende pero una versión de primera mano de los sucesos. —Bienvenido a las Tierras fantasmas—. El tono lleno de autoridad anunció al demonio como al resto de Renegados que viajaron con ellos ya que la misma paladín que los guió a las tierras más afectadas por culpa de la plaga. 

Vaal contempló un tierra corrupta y con toda certeza irrecuperable, la devastación y la muerte impregnaban el mágico bosque transformando en una tierra llena de sombras y locura, una tristeza palpable. Le recordó la antigua Draenor y como terminó convirtiendose en Terrallende. Este mundo luchaba por no terminar de la misma manera. 

—Eredar Vaal, Raskreia esta más adelante. Apresurate y dale una sorpresa— La elfa se giró antes de recibir una respuesta y alzó la voz para dar órdenes, dirigir y comandar sus fuerzas para continuar con su cometido. Labores que no podía retrasar más. 

La criatura.Where stories live. Discover now