Grilletes.

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Despertó enmarañada con su propio cabello, y enredada con las sabanas, al enderezarse alguno de los huesos de sus articulaciones sonaron, se largo a reír cuando oyó el sonido, de pronto recordó que no estaba sola, la presencia de otro ser, más la concentración de magia vil emanando de un solo lugar la trajo a la realidad, lo buscó donde sentía su presencia y allí estaba sentado con los ojos cerrados. Saltó a su bolso, encontró varias cremas y ungüentos, unos para cicatrizar, otros para infecciones, contusiones, y demases, se sentó y busco con que empezar antes de despertarlo, claro que cuando lo despertó se llevo una reacción bastante exagerada de su parte. 

Envuelto como una momia, bajo a desayunar con el demonio detrás de ella, al principio Raskreia lo tuvo que jalar con la cadena pero luego la boto a medio camino, era pesada y ya que se había dignado a seguirla, tomo asiento y cuando esté se quiso sentar en el suelo con un solo brazo lo puso de pie nuevamente y lo sentó en la barra, muchos de los presentes abrieron los ojos por la sorpresa. 

—No me dijiste que fuiste madre— se burló Yennef al verla bajar con demonio con ella. 

—Gracioso, que gracioso. Aguamiel, sopa, pan, carne, mucha carne, y desayuno de campeones para mi ¡ah! y una buena porción de papás con queso para el bebé— sacó cuentas y dejó una bolsa de tela con un sonido metálico dentro sobre la barra que era lo que adeudaba más la propina —gracias por la atención guapo. 

—¿Te iras ya?

—Me esperan las Marismas, te veo cuando regrese a Lunargenta.

Ella comió despacio y le dio un manotón en la espalda al Eredar para que empezará a comer, pero seguía con esa actitud de estar en shock constantemente por cada pequeña cosa. No quería estar sentado allí, ni comer. 

—Te daré de comer— esas palabras fueron magia.

Terminado el desayuno Raskreia salió del enclave se envolvió la cabeza y camino rumbo a las Marismas de zangar con mapa en mano, y sus instrumentos para orientarse, camino firme y segura sin mirar atrás, solo cuando llego al camino lleno de espinas, antes de cruzar las fronteras de las regiones, volteó para ver si el demonio la seguía, en efecto estaba justo detrás de ella. —Estamos por llegar, tengo información que hay un asentamiento del circulo cenarion allí. Compraré hierbas para algunos cataplasmas y terminaré de curar esas heridas que tienes. 

Y tal como espero no hubo respuesta, ya estaba teorizando que tal vez tendría algún traumatismo en las cuerdas vocales y por eso no hablaba, eso o el condenado grillete incrustado en su cuello que ya le estaba cercenando la carne. Llegaron a los terrenos oscuros y azulosos, el ambiente húmedo, y las esporas en el aire, Raskreia cuando vio la cantidad de esporas no se saco el turbante y saco de su bolso, una de las cobijas que usaba para pernoctar en la intemperie, y se la lanzo encima de la cabeza al demonio. 

—No dejes que caigan esporas en tus heridas. 

Uso las dagas para matar varios animales voladores con grandes aguijones, les saco las partes vendibles y probo la carne. 

—Esto no se puede comer, tiene muchas toxinas, pero puedo hacer veneno para mis dagas. 

En pocas horas llegaron al emplazamiento que Raskreia había sugerido, la Elfa lo dejó a las fueras primero para explicar el tipo compañía que traía y si podían dejarlo entrar, luego de mucho debate se lo permitieron pero serian vigilados en todo momento. Fue por él, vendió los aguijones, las pinzas y parte de la carne cuando dijo que planea extraer las toxinas para hacer veneno con ella. Con un sonrisa por las ganancias y con la debida información salió a buscar las hierbas que le hacían falta, y volvió a la casa donde tenían al demonio, unas Elfas nocturnas que más parecían celadoras lo rodeaban. 

La criatura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora