Encuentro.

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Con una marcha cansina, arrastrando lo que quedaba de sus botas de cuero a través de la tierra roja, bebió su ultimo sorbo de agua en su haber, guardo su botella en su cinturón, alzo su vista ámbar hacia el horizonte, al menos para ella, hoy, esa noche, tendría un lugar cálido donde dormir. Su estilo de vida era este, completamente acostumbrada al errante y eufórico mundo convulsionado y en guerra en el que vivía, Raskreia por fin piso el enclave de la avanzada de su facción, incluso de su propia raza esto podría hacerla sentir como en casa, sonrió levemente al ver a los orejas puntiagudas caminar con ese andar pomposo y orgulloso tan propio de los suyos.

—Hola Ras— dijo un elfo que llevaba unos barriles al hombro. La reconoció de inmediato entre tantos harapos, era inconfundible la figura de la pequeña elfa.

—Que tal Yennef— su actitud no cambiaba en ningún lugar. Levanto los dedos y hizo un saludo informal que algunos elfos que no la conocían rechazaron arrugando la nariz.

—¿Qué vas a querer tesoro? 

—Una habitación para dos días, tu mejor pinta de cerveza fría, estoy sedienta. Conoces algún peletero me quede sin calzado en el camino.

Elfo bajo los barriles en la barra de la cantina, con Raskreia detrás de él, con el rostro tapado con una tela delgada para impedir el calor y el polvo en suspensión de la tierra árida en donde estaban. Sin muchos modales le indico de inmediato a un Trol que estaba afilando unas navajas. —El de allí me informo que tiene mercancía.

Raskreia se desenvolvió y fue directo con el Trol, se paro justo a su lado y subió su pie al taburete que estaba al lado de este, las botas que estaban rotas hablaron por si mismas. El Trol sonrió enseñando sus enormes y sobresalientes colmillos. 

—Son pies pequeños— alzó una ceja.

—Te ahorraras unos centímetros de cuero ¿no crees?— sonrió confiada, movió el pie para enfatizar lo destrozados que estaban, ya que la planta y la suela estaban despegadas, jugo como si sus zapatos hablaran. —¿Para cuándo los tendrás listos? ¿necesitas uno para el molde?

—Esta tarde, dame uno.

Ella se sentó junto a él, se saco su bota menos destrozada, se la entrego, y recibió de buena gana la pinta de cerveza que bebió se inmediato. Pidió otra levantando la jarra, Yennef le relleno de inmediato —quiero unos huevos mañaneros, con unas salchichas con papas cocidas y queso derretidos. 

—¿Un desayuno ligero?— preguntó con ironía el tabernero, ella asintió. 

—Eso es un desayuno Trol. 

—Así es— dijo Raskreia —es lo mejor cuando has comido mal por varios días o quieres empezar a beber temprano en la mañana. 

El Trol se largo a reír con una larga risotada —es verdad, tú sabes. Tú debes ser la chica que va y viene, hablan de ti en la tribu, visitas otras aldeas también. 

—Me gusta mi hogar pero a veces me sofoca y necesito salir, conocer a los buenos vecinos. 

Charlaron un rato de viajes, aventuras y comida de diferentes regiones hasta que Raskreia saco unas vendas de su bolsa, se vendo el pie y camino rumbo a la habitación que había registrado a su nombre, tenia una muda de ropa de emergencia, otra armadura de repuesto, luego de un baño volvió a la primera planta del enclave para buscar trabajo, la reluciente y fresca apariencia de una elfa de cabello de fuego fue mucho más a tono con el lugar que su primera aparición.  Encontró a la brevedad un grupo y se dispuso a salir ese mismo día por una buena suma de dinero, estaba saliendo cuando el Trol le dio las botas, pago rápidamente las botas y se reunió con el equipo. 

La criatura.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant