Comvaleciente.

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Un grupo se agolpaba a las afueras de la tienda de campaña con los heridos y su gran mayoria solo venía a saber como seguía la elfa pelirroja. El médico de la plaga salía a dar su funesto pronóstico cada cuanto cansado de lidiar con el carcater voluble de la elfa y luego tratar con sus amigos. 

—Ha... Ella luce demasiado viva aún pero sus autoridades quieren ser precavidos—. El boticario ya había desestimado una infección como dijo la elfa se recuperaba a un velocidad asombrosa y no sabía el porque, era como si ella estuviese consumiendo energias o maná de algun lado para acelerar su recuperación. Lo que lo tenía realmente paranoico.  

Miró al frente y el más alto de todos, el Eredar tenía cada vez más trenzas en su cabeza. Dibujo una mueca sospechosa. 

Luka preguntó —¿No pasará a ser una de los nuestros?— El sacerdote conocía perfectamente al boticario. Los gajes del oficio le llevaron a tratar con el profesional altamente catalogado, por lo que el sacerdote respetaba sus diagnosticos.

—En mi opinión: no— el boticario queria más que ellos mismos que la elfa se recuperara. Para no volver a verlos nunca más. —Por cierto yo no se los dije pero hay un sujeto que a estado preguntando por su amiga y dice ser su novio. Lo he sorprendido varias veces intentando entrar sin autorización—. Todos miraron a Vaal el cual agitó la cabeza. —Ya le pregunté a dagas demoniaca y ella dijo que no lo conocía. Tengan cuidado, no soy su guardaespaldas.

Seira salió del grupo con paso apresurado y fue cuanto antes a hablar con Lady Liadrin al respecto. La matrona de los paladines fue a poner unos cuantos guardias a la tienda de campaña. Luego de eso la elfa albina fue a visitar a su amiga con una medalla de la misma Liadrin que la autorizaba a hacerle visita. 

La albina corrió disimuladamente hasta la cama de su amiga donde fue y se sentó para platicar con ella.

Se apresuró en hablar algo. —La armadura ayudó a que no te desangraras y que tus tripas se sal... Es lo que dijo el boticario— se respingo porque le dieron nauseas sus propias palabras. —Bueno ya sabes. 

La pelirroja agitó la cabeza —el boticario no me lo dijo— sonrió —supongo que soy una elfa con suerte—. Podía decirlo con orgullo por qué no ocurrió nada. 

La albina colocó agua fresca en un vaso y ordenó el cabello de su amiga en cama. —Lady Liadrin dijo que pondrá guardias para tu seguridad— explicó —oh, y Vaal estuvo realmente genial en su grupo. Te lo perdiste. 

Raskreia inhaló fuerte —ha... Que mal, quería verlo. 

Seira contempló como el rostro de la pelirroja aunque herida lucía mucho mejor que hace meses, solo saber que Vaal estaba por allí no muy lejos la revitalizaba, por otro lado el demonio estaba muy sonriente, cubrió su boca. —Tal vez estas enamorada... 

No terminó de hablar cuando Raskreia se rió levemente, su rostro pálido por la convaleciencia no se sonrojó. 

Vaal intentó entrar furtivamente a la tienda por última vez pero las palabras de las elfas hizo que se detuviera.  Mal momento para escuchar una conversación sin intención. 

—Si, me gusta. Desde la primera vez que lo conocí— Seira lució emocionada. —Estoy enamorada de Vaal—. Los oídos del demonio escucharon con tanta claridad como si la elfa estuviese susurrandoselo a la oreja. Se sintió atontado inmediatamente sin saber que hacer retrocedió aturdido.  

En ese momento por la entrada de la carpa entró el capitán de la guardía forestal donde fue que Raskreia luchó y salió herida. Seira se puso de pie de inmediato en cuanto vio la intruición. —Disculpa, solo pueden entrar las personas autorizadas por Lady Liadrin. 

La criatura.Where stories live. Discover now