Nuevo mundo

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La promesa del nuevo, vivir de esa expectación les ayudo para mantener a cabeza fría, la vista en alto en las ultimas dos batallas que libraron para poder finalizar y ir finalmente ir a Azeroth de forma definitiva. 

Vaal recibió el set que encargo, junto con esos cristales viles cargados, el diseño era bastante rudo y pesado, aunque antes llego el regalo dado por Velen. La tienda tenía puesta las dos armaduras expuestas. La armadura enviada por el viejo Draenei era idéntica a la que usaban los paladines pero esta era del color del acero y con diseños en rojo y negro. Con ella una maza de un cristal rojo. 

El demonio blandió la maza como hizo en viejos tiempos. Se sentía muy natural para él. Un sentimiento de bienvenida fue lo que obtuvo al menear un poco su maza, una maza adecuada para sus demoniacas manos. 

—Te sienta— le dijo Ras observándolo comiendo una manzana echada en la cama de campaña. —Pruébate la armadura que te regalo el anciano. 

Vaal le dedicó una mirada acusadora, ella siguió comiendo tranquilamente. También le habían llegado la ropa encargada al amigo de la infancia de Ras. Jugó con sus piernas mientras veía como le quedaban la ropa nueva. —Has gastado mucho dinero. 

—No realmente, además saquee bastante en el templo oscuro— tarareo optimista —tambien me llene los bolsillos en el bancal del sol— eso la mantenía con un humor insuperable.

El demonio agitó su cabeza. Él peleaba teniendo en mente a sus compañeros no las ganancias.

—No hagas esa cara, no se trata del gusto por el dinero. Es por una buena causa— ella señaló su cabeza —necesito oro para comprar una tierra y establecerme. Vas a vivir conmigo ¿No?— Vaal asintió. —Se lo dijiste al abuelo y todo lleno de confianza, no voy a llevarte a vivir de posada en posada luego que me dieron su bendición. 

—¿El profeta te bendijo?

—Si— le dio otra mordida a su manzana —tampoco aceptaste que buscara una mujer para ti, no quieres casarte de momento. Debo llevarte conmigo entonces, para que vivas en tranquilidad y cómodo, compraré esa tierra, también llevaré a mi hermano allí, a Seira.  

Vaal jugó con el hacha lanzándola y tomándola con la otra mano, necesitaba una hacha un poco más grande y con el mango más largo o de plano otra hacha para hacer el juego de hachas gemelas. —¿Le agradaré a tu hermano?

—A Zhuriek ¿Qué importa?— El demonio la miró feo, claro que importaba. —Eres una gran masa de músculos, seguro le caerás bien. 

Carraspeó — usaré la armadura que compré pero me llevaré la maza— dijo decidido. La otra armadura la empacó, Raskreia iba a enviar sus cosas embaladas a Lunargenta, procuró guardarlas cuidadosamente, junto con la ropa que no iba a usar. —¿Esta será la última batalla?

—Esperemos que si— ella se sentó. Seira no estaba del todo bien para esta batalla —pronostico que en la próxima batalla, después de esta, pelearemos junto a Seira otra vez. Ah, y asegúrate de coger algunos cristales viles para llevar, los necesitas. 

Raskreia era todo un caso pero poseía una gran inteligencia para predecir movimientos de los enemigos, también un alto sentido de lo más beneficioso en cada momento, los lideres siempre estaban regañándola pero oportunamente siempre estaba escuchándola a cada comentario o critica que aportara. 

Como anticipo la pequeña elfa fueron dos batallas más para poder declarar que podía regresar a relativa normalidad o mejor dicho a reparar y reconstruir su ciudad. En la batalla del bancal, Vaal piso por primera vez Azeroth, se sentía muy diferente de Draenor y posteriormente Terrallende, tal y como le contó Ras: los bosques eran dorados y el atardecer anaranjado, al menos esta pequeña extensión de tierra le pareció hermosa, eso hasta que tuvieron que regresar a Terrallende tras el príncipe de los alto elfos que traicionó a su gente. 

La criatura.Where stories live. Discover now