Capítulo 1

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Busqué encima de mi mesa, en mis libros, en mi casillero, pero no lo encontré. ¿Dónde estaría?

Lo necesitaba.

Lentes, anteojos, antiparras, binóculo o espejuelos. La gente lo llama como prefiera. Yo lo llamaba un recuerdo de mi abuelo. Desde varios años los había usado y me eran casi tan necesarios como mis propios ojos.

—¿Buscas algo?

Levanté la vista y pestañeé varias veces para asegurarme de que veía bien el rostro de la chica frente a mí, cuya tenía mis espejuelos en una de sus manos.

—¿Buscabas esto? —cuestionó la chica agitando mi espejuelos que tenía agarrado en su mano izquierda.

Sabía quien era, todos lo hacían. Esa chica de pelo café y ojos verdes, con una figura envidiable, era nada más y nada menos que Jazmín, la persona más popular de mi universidad.

—No te quedes mirándome, soy bonita, pero no eterna —mencionó caminando a mí. Al estar cerca se detuvo y sonrió maliciosamente—. ¿Tuya esta cosa?

—Se llaman espejuelos —dije y ella solo arqueo una ceja—. Sí, es mío.

—¿Entonces quieres recuperarlo? —indagó Jazmín hablando lentamente. Me quedé horrorizado al ver que movía su mano con mis anteojos.

—¡Devuélvelo! —exclame a la defensiva.

—Mantente tranquilo —pidió y enganchó una de las patas de mi espejuelos en el cuello de su blusa—. Quiero algo a cambio.

—¿Qué quieres? ¿Planeas ponerme a hacer tu tarea? —cuestione con tono calmado, aunque estaba enojado.

—Tengo en mente algo mejor —aseguró Jazmín.

¡Devuélvelo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora