Cap 3: Agonía.

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Omnisciente 

Para ella la vida ya no tenía sentido, toda su vida se había basado en sufrimiento tras sufrimiento. Todos tenemos un límite y Amelia sentía que ya estaba llegando al suyo, si antes odiaba a su madre, el sentimiento que había comenzado a sentir era indescriptible.

—¡Castigo, eso es lo que te mereces y lo que tendrás ahora mismo y el reto de tus días Amelia! —Halley ardiendo en furia, no perdió tiempo a la hora de llegar a su palacio y llamar a una esclava, la mujer sabiendo lo que pediría su amo colocó las manos de Amelia en la mesa que tenían frente a ellas. 

Ella, aceptando su castigo, no objeto ni se inmutó al ver a su madre con una vara de Nirgen en sus manos, el Nirgen era el metal más fuerte que tenía en todo los reinos, el cual fue descubierto por las brujas siglos antes de la guerra. 

Halley a pesar de creer fielmente en que su hija no pudo haber escapado por su cuenta, no pudo evitar no querer castigarla a su manera. 

En Halley era más que obvio el odio que sentía hacia su hija, él repudió que sentía por su existencia. Cada que podía lo dejaba más que claro. 

Sin previo aviso Halley alzó el arma y la dejó caer con fuerza en las manos de su hija, destrozando por completo los huesos en segundos, Amelia hizo el mayor esfuerzo que pudo por no gritar, porque sabía y era consciente que este era el castigo que le gustaba darle su madre. 

Los recuerdos de cuando no podía controlar su cuerpo aún eran muy vividos en ella, recordaba como Halley le dio este castigo una y otra vez mientras ella sufría por dentro. Lo único que su cuerpo podía hacer era derramar lágrimas esperando que su cuerpo reaccionara algún día. 

Y ahora que vivía de nuevo su infierno, pensó, ¿era bueno que fuera quien controlará su cuerpo? Toda su vida tuvo ese deseo, pero en ese momento no le gustó tanto la idea, ya que en su intento por no gritar terminó mordiendo su lengua, su boca estaba inundada de su propia sangre, tanta era que una pequeña gota resbaló por su barbilla. 

—¿Cómo es que nunca aprendes la lección, quería hija? —Cuestionó la mujer con burla. 

Por suerte su madre no la notó, puesto que enseguida salió de la sala al saber que ya había logrado su cometido. 

Amelia se quedó muy quieta en su sitio por largos minutos, sentía que si se llegaba a mover siquiera un poco, el dolor iba a ser infernal. 

Cosa en la que no se equivocó, en cuanto decidió moverse esta cayó al suelo al no poder con el dolor. La esclava aún estaba frente a ella y está, la miraba extrañada, sin embargo, decidió no comentar nada y simplemente la ayudó hasta llevarla a su habitación para no tener algún problema con su amo. 

Amelia, sin poder evitarlo, escupió toda la sangre que tenía en su boca y la que aún salía de la herida, jadeando y sin poder soportar su propio peso, se arrastró por el piso como el insignificante insecto que se sentía en ese momento. 

Ya no podía más, no quería soportar más su agonía. 

«Sé fuerte» 

La voz de Kai sonó en su cabeza tan clara y fuerte como lo recordaba. 

—No puedo —musitó a la nada, alucinado que lo tenía al frente, viéndola con cara de pocos amigos y negando con la cabeza —No quiero ser fuerte, no soy como tú. Quiero que esto acabe —balbuceo sollozando, la esclava que la miraba con cierta pena limpió el piso y su rostro, el cual estaba bastante sucio. 

Amelia, sin objetar, dejó que la ayudarán mientras ella se perdía en su mente. En los momentos que pasó con el hombre amargado, como le puso en secreto. Quien a pesar de ser una persona fría fue dulce con ella, o al menos así lo veía. 

Reino del olvido [#02] Where stories live. Discover now