Cap 4: Mellizos Bathory.

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Un mes después. 

Irá, no era exactamente lo que sentía Leonore después de saber que tendría que cuidar a los hermanos de Elizabeth, puesto que la verdad no sabía exactamente qué era lo que sentía al respecto. Sabía perfectamente que era lo que sentía por Elizabeth, más no en los niños. 

—¿De quiénes son esos niños madre? —preguntó su hija al entrar en la sala de su hogar. 

—¿Niños? ¿Qué niños? —Cuestionó Nicolás al entrar detrás de su hija. Leonore no supo qué decir. 

—Ah, estos… —dijo viendo a las criaturas en las cunas que “amablemente” le dio Agnes al entregarle los bebés. Tanto padre como hija se le quedaron viendo expectantes. —¡Los adopté! —dijo casi en un grito. 

—¿Adoptaste? —repitió su esposo incrédulo. Conocía bien a su esposa y sabía que ella no era amante de los niños, eso lo comprobó cuando tuvieron a su hija y él tuvo que hacerse cargo de ella las veinticuatro horas del día. 

—Sí, no sé si te has dado cuenta, pero la situación se ha complicado bastante en Hélido desde lo que pasó… Muchos niños se han quedado sin hogar y muchas madres salieron gravemente heridas y no soportaron los partos. Hace una semana me llamaron del sanatorio suplicándome que acogiéramos a estos Mellizos, pero como bien sabes no me gustan los niños. No obstante, esta mañana llegaron hasta aquí y me explicaron la situación. —comenzó con su mentira, la cual desgraciadamente su esposo se estaba creyendo ciegamente. 

»Agnes hizo un decreto esta mañana, cada familia parte de la aristocracia en Hélido tiene que acoger a los bebés que se les sean traídos y que están envueltos en esta situación para criarlos y puedan tener una familia. —para su suerte todo lo que había dicho en cierta parte era cierta. 

—¡Oh! Ya recordé. Sí, esta mañana anunciaron que había un nuevo decreto, pero no tuve la oportunidad de escucharlo. —recordó su esposo. 

—Sí, lo anunciaron por todo Hélido. Ninguno estuvo del todo de acuerdo, pero ¿qué podemos hacer? 

—Tienes razón, no tenemos voz ni voto de ahora en adelante. —cedió con tristeza Nicolás. 

—No estés triste, mira lo bueno. Al menos no estamos siendo esclavizados o torturados como algunas especies. —lo intentó reconfortar, pero fue inútil. El recordar la situación de otros lo puso peor, Nicolás no era mala persona y tenía un corazón muy grande, por lo que todo aquello lo afectaba de alguna forma. 

Por otro lado, Isabell no podía dejar de ver a los niños y no tener la imagen de dos personas en concreto en su mente. A estas alturas y con lo poco que había presenciado de su madre, estaba un tanto convencida que estaba ocultando algo. 

La curiosidad de ver más a detalle a los niños creció de repente en Isabell al ver algo peculiar en uno de ellos. 

—¿Puedo cargarlos madre? —preguntó dando un paso. 

—¡No!, no, están dormidos, me ha costado mucho que duerman a gusto. Tal vez luego cariño. —la detuvo en seco, Isabell entorno los ojos y la miró a detalle para luego asentir. 

—Está bien, cuando despierten será. 

***

«Son Bathory» fue lo primero que pensó Isabell al ver a los Mellizos en un descuido por parte de su madre, antes de irse a dormir comenzó a pensar en qué hacer con toda la información que había comenzado a recopilar de su madre… 

«De cierta forma, era estúpido pensar que los bebes pasarían desaparecidos por sus aspectos, más que todo porque en cada parte de su rostro gritaba Bathory» pensó Leonore toda la noche. 

Reino del olvido [#02] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora