Cap 20: El precio a pagar.

75 6 0
                                    

Isabell.

Casarme.

Yo no quería casarme en ese momento y mucho menos con alguien como Eros. Aunque sí, yo quería hacerlo e incluso muchas veces me imaginé en ese momento porque si había algo que yo deseaba era tener una familia armoniosa como la que creía con firmeza tenía.

Sin embargo, no ahora, no con él y mucho menos con alguien que no sentía nada más que cierto aprecio por salvar mi vida aquella noche.

Estaba segura de que mi padre no iba a estar de acuerdo con aquello por el hecho de que él en especial me había inculcado que el matrimonio era algo sagrado y que pese a que algunas veces el amor no siempre perdura hasta el final, tenía que elegir bien para hacer que durará lo más lejos posible.

—¡No voy a casarme! —me niego dando pasos hacia atrás, pero como ya lo presentía no se rinde tan fácil. Comportándose como la pésima criatura que es me toma a la fuerza de la cintura y me sube a su hombro como un saco de papas —. Suéltame Eros, esto no es gracioso.

—Para mí sí. —admite dándome una nalgada.

—¡¡Eros!! —chillo patentado y golpeando repetidas veces su espalda.

—Espera. —para cuando se digna a bajarme de su hombro ya estaba dentro de Catarsis. El agua era cálida y me llegaba a mis tobillos.

—Eros por favor. —suplique. Sabía que era un desquiciado, pero no supuse que podía llegar a tales extremos. Llevábamos más de un mes conviviendo en su habitación en donde me había ayudado a esconderme de su loco tío y es por esa ayuda que a pesar de su comportamiento en ocasiones no creí que fuera esta persona.

—Escúchame Isabell, no hago esto como un capricho o porque de verdad lo quiero. Lo hago porque esto me supera y es mi obligación. —lo observó sin saber qué decir.

—¿Obligación? —repito para que me explique lo que pasa por su loca cabeza.

—Hice un trato para salir vivos de tío Aidan —confiesa con duda —. A cambio pidieron algo insignificante… —lo veo expectante deseando que de verdad sea algo pequeño —. Me pidieron un hijo de los dos.

—¿¡¡Qué!!? ¡No! ¿Estás loco? —niego frenéticamente con la cabeza. —¡¡Eso en definitiva no es insignificante!!

—Lo estoy. Pero no por eso voy a hacer esto, créeme que en mis planes no estaba tener descendencia, pero si queremos mantenernos con vida hay que hacerlo. Sí lo hacemos, ellos nos mantendrán a salvo.

—abro mi boca para refutar, pero me interrumpe.

—Es nuestra única opción. Aidan te quiere muerta, estoy seguro de que para ti tu única solución es correr a los brazos de tu padre, pero sabes que solo lo pondrás en peligro. Cuando Aidan quiere algo, no hay criatura que pueda contra él, sé por qué te lo dijo.

—¿Por qué? ¿Por qué querrías ponerte en peligro y volverte uno más de sus enemigos cuando sabes qué puede acabar con todo cuando se le plazca? —quería entender a qué jugaba.

—No tengo respuesta para ello más que… estoy loco. —fue su respuesta junto con su usual sonrisa torcida.

—Esa no es una razón para hacer algo así.

—Para mí es razón suficiente.

—Eros.

—Isabell.

—Yo no…

—¿No quieres proteger a la única persona que te queda? ¿Acaso quieres ver morir frente a tus ojos a tu padre por culpa de tu madre? Porque eso es exactamente lo que te pasará si no aceptas mi ayuda. —Lo pensé por largos segundos.

Reino del olvido [#02] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora