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—Vamos Alice, ayúdame con las cajas

Su voz se notaba cansada. Quizás por las interminables horas de autopista, recta y aburrida que acaba de conducir o por que cargaba en sus brazos tres cajas apiladas que amenazaban con caer al suelo en el mínimo despiste.

Me acerqué para ayudarlo, no sin antes tomar una foto mental del pobre hombre cargando las tres cajas, haciendo equilibrio para evitar el desastre. Sin dudas una escena divertida, pensé.

— Gracias cariño — dijo una vez que ya había tomado la caja superior — ¿Que tal eh? ¿No te parece un pueblo encantador? — preguntó mientras nos dirigíamos adentro

— La verdadera pregunta es ¿Que no resulta encantador después de pasar las últimas nueve horas arriba de un auto? — lo hice reír — Pero si tuviera que dar mi opinión diría que... — lo pensé por un momento — Me gusta – le dije --, es... intrigante, un lugar sin dudas formidable para la lectura.

Se acercó después de dejar las cajas en el suelo y acarició mi cabeza — Me alegra que te guste — dijo con una sonrisa — , vamos, cuanto antes terminemos antes podremos descansar — y se dirigió al patio a seguí con su tarea.

Era una tarde preciosa, el sol brillaba, los niños salían a jugar y todo Hawkins estaba en paz. Sin embargo no podía dejar de sentir que este lugar estaba maldito, como si su destino miserable estuviera escrito en el aire que respirábamos. En el fondo, todos los habitantes de Hawkins sabían que algo sucedería tarde o temprano, pero por supuesto, es más fácil convencerse de que lo malo ya pasó.

Una vez que terminamos de entrar las cajas y acomodar lo indispensable, decidí que saldría a caminar.

— Papá, voy a ir a ver el pueblo — le dije desde el umbral de la puerta — ¿Necesitas que traiga algo del supermercado?

— Estaría bien si traes algo para desayunar mañana, la cena la tenemos cubierta

— Bien ¿Pan para tostadas te parece bien?

— Lo que quieras está bien, toma — me entregó unos cuantos billetes — te quiero en casa antes de las ocho ¿Está claro? Es un lugar muy tranquilo y todo pero sabes bien que no me gusta que andes sola por ahí

Me pregunto qué es lo que le ve de tranquilo a este lugar con su historial lleno tragedia.

— Bien, antes de las ocho en casa, entendido — dije mientras me colocaba los audífonos de mi Walkman y salía por la puerta justo después.

Comencé a caminar mientras escuchaba The Smiths, específicamente: Heaven Knows I'm Miserable Now. Si existía algo que nunca fallaba en hacerme sentir bien, definitivamente eran los Smiths. 

Caminé hasta encontrar un mercado abierto, compre pan, mermelada y té verde (mi favorito).

Mientras avanzaba de nuevo a casa, pude ver en una de las tiendas un gran cartel que decía "SE BUSCA EMPLEADO", supe que era una tienda de música cuando estuve lo suficientemente cerca como para ver adentro, estaba cerrada pero aún así el cartel de neón que ponía "RECORDS" estaba encendido. A pesar de la pésima iluminación se notaba que era un lugar agradable.

Estaba tan concentrada en la tienda que no me percaté hasta un tiempo después que tenía a alguien a mi lado. El desconocido giró su cabeza de una forma nada sutil hacia mí, no pude evitar sentirme incomoda. Por suerte, parecía no querer entablar conversación alguna.

— ¿Vas a postularte para el trabajo? — preguntó, apenas pude escucharlo atreves de mis audífonos.

Parecía...

Me saqué el aparato de la cabeza dejándolo en mi cuello y contesté — En realidad no — mi respuesta pareció dejarlo tranquilo.

— Bien, no me gustaría tener competencia — dijo volviendo su mirada a dentro de la tienda.

No voy a mentir, me dieron ganas de postularme para el empleo. Sería divertido.

— Bueno desconocida, supongo que nos vamos a volver a cruzar en algún momento. Es estadístico, vivimos en un pueblo pequeño así que, nos vemos — dijo mientras me rodeaba y seguía con su camino.

— Hasta pronto, desconocido — dije susurrando por lo que definitivamente no pudo escucharme.  

— ¡Por cierto, me llamo Peter! — gritó desde lejos mientras se acomodaba los lentes.

Decidí que sería muy descortés dejarlo sin saber mi nombre a cambio — Alice — dije, fuerte pero sin gritar.

— ¡Un gusto, Alice! — volvió a gritar, me sorprendió el poco pudor que manejaba.

— Igualmente, Peter — dije, de nuevo sin gritar.

El chico simplemente se dio la vuelta y siguió caminando.

Debería postularme para el empleo, me dije a mi misma.

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𝕁𝕦𝕤𝕥 𝕝𝕚𝕜𝕖 𝕄𝕦𝕤𝕚𝕔 | 𝙴𝚍𝚍𝚒𝚎 𝙼𝚞𝚗𝚜𝚘𝚗Where stories live. Discover now