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Era jueves, mi día libre. Mi padre se había ido al trabajo hacía horas y yo estaba muriendo de aburrimiento, nada que ver, nada que leer y nadie a quien molestar, solo yo.   

Mi cuarto era escueto, una cama de plaza y media con su respectiva mesita de noche, un escritorio prácticamente vacío, una cajonera donde guardaba mi ropa, la ventana que dejaba una especie de estantería en el lado de adentro donde había dejado apoyada una pequeña planta de lavanda y por supuesto muchas cajas de la mudanza en el suelo, me pregunto si es extraño seguir manteniendo tus cosas en cajas después de tres semanas. 

En este último tiempo he estado hablando mas con Peter, tanto tiempo sin hacer nada en la tienda un poco nos obligaba a hacerlo. Me contó que vivió en Hawkins toda su vida, que en la primaria era el mejor de su clase y sus lentes ocupaban más de la mitad de su rostro (quizás es por eso que ahora usa unos tan pequeños). Resulta que ambos nacimos el mismo día, el dieciséis de Mayo de 1968 y que yo soy mayor por cuatro horas, definitivamente voy a molestarlo con eso. Él asistía a la misma escuela (la única del pueblo) en donde mi padre me anotó al llegar, espero que nos toque en el mismo curso cuando volvamos a clases. Todavía no puedo creer que sea mi último año.

Eddie ha vuelto a pasarse por la tienda un par de veces. Él es mayor, tiene veinte.
La segunda vez que nos vimos lo primero que preguntó fue si jugaba a D&D, supongo de debe de haber visto mi llavero (un dado de veinte caras color azul, muy lindo si me preguntan a mi), he jugado antes pero solo con mis primos pequeños (estoy consciente de que poner a jugar a niños pequeño ese juego no fue mi mayor momento de lucidez). Incluso habiendo tenido solo experiencias poco gratas, es un juego que siempre me ha interesado. Le contesté que sí.
Creo que nunca había visto a una persona sonreír tanto como lo hizo Eddie en ese momento, Peter también estaba feliz, al parecer ambos forman parte del Hellfire Club, un club que se dedica a jugar campañas de D&D. Eddie es el líder.

No sé si pueda llamarlos amigos todavía, pero definitivamente me gusta pasar tiempo con ese par. 

Estaba en el sillón de la sala con todo el cuerpo al revés, mi cabeza casi tocaba el piso y mis piernas descansaban sobre el respaldo. El estéreo estaba reproduciendo Tears for Fears desde hacía horas, el álbum Songs From The Big Chair en bucle. Miré el reloj de la pared, avanzaba sumamente lento.

Eran las cuatro, papá tardaría seis horas más en llegar… lo pensé, hice una rápida lista de pros y contras en mi cabeza y lo pensé otra vez, pero ahora con más detenimiento
¿Soy adulta, no? Mi padre hubiera dicho que no lo era hasta los veintiuno y que incluso con veintiuno, mientras viviera bajo su techo él pondría las reglas. Estaba claro que mi destino iba a ser la muerte, era o que mi padre me matara o morir de aburrimiento, sin embargo, las posibilidades dejaban un pequeño hueco en el que mi plan de fuga funcionaba y mi padre no se enteraba jamás...
¿Valía la pena? ¿Estaba dispuesta a arriesgarme a desatar la furia inacabable de Julian Blackwood, alias el padre más sobre protector del mundo? Algo hizo que tomara la decisión, de repente el pequeño hueco de posibilidades me pareció lo suficientemente grande. Quizás haya sido por la posición en la que estaba, que acumulaba toda mi sangre en el cerebro o quizás porque la canción que sonaba ya la había escuchado una decena de veces hoy, eso definitivamente había matado varias neuronas.

Tenía la llave, la mochila, mi reloj para revisar la hora y dinero por si acaso. Decidí que lo mejor era no pensar más así que salí. Una vez tenía los dos pies afuera, me sentí ligera.

— No te preocupes, todo saldrá bien — me dije en voz alta a mi misma para intentar calmar mi taquicardia mientras caminaba.

Avancé a ningún lugar en especial, pensé en ir a la biblioteca, ya me había quedado sin libros y verdaderamente quería leer.

Caminé hasta la biblioteca, cuando llegué me sorprendió ver más gente ahí. Saludé a la bibliotecaria y me dirigí a la sección de terror y suspenso, los mejores géneros si duda. Estuve rebuscando por un rato hasta que vi uno que llamó mi atención, Ojos de fuego, como no, Stephen King. Lo abrí para hojearlo y en la pagina antes del primer capítulo ponía: “En memoria de Shirley Jackson, que nunca necesitó levantar la voz”.Debía leer ese libro, Shirley Jackson fue y siempre será la mejor escritora de todos los tiempos y no pienso escuchar ningún tipo de queja o replica al respecto, es un claro ejemplo de que lo bueno dura poco en este mundo.

Me dirigí a una de las mesas para empezar a leer. Elegí la mesa que estaba desocupada, en las otras dos había por lo menos cuatro personas por mesa. No habían pasado ni diez minutos cuando una chica se me acercó para preguntar si podía sentarse, no podía decir que no.

— No hay problema, siéntate — dije mientras la observaba. Su cabello era hermoso, era de un tono naranja muy vivo, tenía abrochado en sus jeans un Walkman igual al mío, con sus audífonos en su cuello igual que yo. Sonreí por la coincidencia.

Ella me devolvió la sonrisa un tanto desanimada, no me pareció prudente preguntar. Nos sentamos en silencio a leer cada una lo suyo. Ella leía La guerra de los mundos de George Wells. Excelente gusto, pensé.

Parecía tomarle una eternidad leer la página en la que estaba, quizás se distraía con facilidad.
De la nada vi una lágrima rodar por su mejilla. 

Dios, si es que existes, dame una respuesta a mi pregunta ¿Qué debo hacer en una situación así?... Puede que sea estúpido malgastar una pregunta al supuesto creador de todo, el ser que tiene la verdad absoluta con una pregunta tan banal como esa, pero en ese momento hubiera dado lo que fuera por que alguien me la respondiera.

Hice lo que pude con mi torpeza social y le pregunté -- ¿Estás bien?

Pareció avergonzarse de que la estuviera viendo porque alzó su vista con sus ojos bien abiertos, como un ciervo alumbrado. En un torpe movimiento se seco las lagrimas que le habían quedado en las mejillas y respondió — Si, si… estoy bien

— Tengo pañuelos si quieres uno — le ofrecí, creí que sería lo correcto.
Dudo por un minuto, quizás no estaba cómoda conmigo ahí.

— ¿Quieres que me vaya? — le pregunté.

— No, no,  por favor, no quise molestarte

— No lo hiciste — le afirmé mientras ella tomaba uno de los pañuelos descartables que dejé sobre la mesa.

— Gracias — dijo mientras sonreía.

— No es nada — me pareció que en este caso debería presentarme yo primera – Soy Alice por cierto

— Max

Para mi sorpresa, me encontré hablando en la biblioteca y con una desconocida. Ciertamente eso era extraño. De hecho, todo se siente extraño desde que llegué, incluso yo estoy extraña.

Quizás sea bueno desconocerme por un tiempo.

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¡Aclaración!

En la serie original la 4ta temporada es justo después de la 3era (la tercera son las vacaciones de verano y la cuarta es el ciclo lectivo)

En esta historia agregué un año más, es decir que los acontecimientos de la tercera temporada son las vacaciones pasadas. Una vez empiecen las clases empezará la 4ta temporada.

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Gracias por leer :)

𝕁𝕦𝕤𝕥 𝕝𝕚𝕜𝕖 𝕄𝕦𝕤𝕚𝕔 | 𝙴𝚍𝚍𝚒𝚎 𝙼𝚞𝚗𝚜𝚘𝚗Where stories live. Discover now