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¿En qué mierda estaba pesando? Mi padre moriría de un infarto si le decía que iría a la casa de un chico y mucho más si el chico era mayor que yo. Todo el día pensé en decirle a Eddie que no iría, pero no quería arruinar las pocas amistades que había logrado entablar. Se me pasó por la cabeza volver a desobedecer, podría decirle que tenía turno extra y que Peter me acompañaría a casa después, era muy arriesgado pero también era mi única opción. Lo pensé mientras me cambiaba el pijama por mi ropa del trabajo.

— ¿Quieres té o café? — preguntó mi padre desde la cocina.

— Té, por favor

Cuando entré en la cocina unos minutos después, el desayuno ya estaba listo y acomodado en la mesa. Mi padre me sonrió, sentí culpa por lo que iba a hacer.

— ¿Cómo dormiste? — preguntó

— Normal ¿y tú?

— Bien, bien, no me quejo

La habitación quedó en silencio por un rato antes de que decidiera romperlo. – Papá, ayer me dijeron que hoy tendría que hacer turno extra

— ¿Y te avisaron con tan poca antelación?

— Parece que las personas que cubrirían el turno de la tarde no podrán asistir.

— Que lastima… quería que viéramos una película esta noche — ¿Escucharon eso? Fue mi corazón rompiéndose en mil pedazos.

Contesté tratando de parecer lo más convincente posible en mi papel — Lo siento mucho papá. Podemos verla el viernes si quieres – propuse.

Suspiró triste — El viernes, entonces — me sonrió de lado — ¿A qué hora sales entonces?
— No lo recuerdo. Pero no te preocupes, Peter me traerá — traté de sonar lo más creíble posible. 

Su cara se frunció ligeramente — Es el chico que trabaja contigo ¿verdad?

— Si, es el de los lentes. Te conté, mi amigo Peter ¿No te acuerdas? — La clásica táctica de hacerlo sentir culpable.  

Se volvió a acomodar en la silla y se mantuvo unos segundos en silencio, parece que funcionó.
— Si necesitas que te vaya a buscar, solo llámame ¿está bien? — Eso era un sí.  
   
— Por supuesto. Gracias, papá — me levanté de mi silla para darle un beso en la mejilla.

Una vez terminado el desayuno tomé mis llaves, mi Walkman con el cassett del día y el libro que estaba leyendo y lo metí todo en mi mochila.

— Adiós, papá — dije mientras le daba un abrazo — Nos vemos a la noche

— Adiós, pequeño saltamontes — me sonrió burlón.

— No tengo tiempo para discutir, voy a llegar tarde — dije divertida — Adiós — me despedí de nuevo mientras salía por la puerta.

Caminando hasta la tienda, me sentía la peor hija del mundo. Mentí dos veces en menos de una semana, estaba tentando mucho a la suerte y el resultado de eso nunca es bueno. Cuanto más lo pensaba peor me sentía así que intenté reprimirlo lo mejor que pude.

Cuando llegué, Peter todavía no había llegado, por lo que me tocó abrir (otra vez). Un rato después y una vez adentro decidí poner música en el tocadiscos. Elegí el álbum Three Imaginary Boys de The Cure y ajusté la aguja para que reprodujera Boys Don’t Cry. Mientras el disco empezaba a girar yo me dirigí al almacén a buscar la escoba y la pala. No me gustaba limpiar pero alguien tenía que hacerlo y Peter nunca se muestra demasiado dispuesto a ayudar si de aseo se trataba.

𝕁𝕦𝕤𝕥 𝕝𝕚𝕜𝕖 𝕄𝕦𝕤𝕚𝕔 | 𝙴𝚍𝚍𝚒𝚎 𝙼𝚞𝚗𝚜𝚘𝚗Место, где живут истории. Откройте их для себя