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Me di cuenta de cuánto tiempo había pasado una vez sentí los cálidos rayos del sol en mi brazo. No había podido pegar el ojo en toda la noche; mi mente no me daba descanso. Y el fuerte nudo en mi estomago no ayudó para nada.
Eddie estaba dormido a unos pocos metros. Parecía una bola, todo enroscado en sí mismo. El clima era cálido, así que no creo que su posición se debiera al frio. Quizás necesita aferrarse a algo, incluso su propio cuerpo, para evitar caer en picada hacía una profunda desesperanza.

La mañana estaba soleada pero nosotros estábamos en un eclipse y pronto lo estaría todo el pueblo. Las noticias vuelan y más si se trata de un brutal asesinato.

A pesar de estar terriblemente cansada. Cada vez que intentaba cerrar los ojos la veía. Supuse que Eddie pasaba por lo mismo, hasta que terminó su tercera cerveza.

El lugar estaba deshabitado dese hacía un tiempo; estaba sucio y descuidado. Según Eddie, el dueño no volvería en muchísimo tiempo así que estábamos bien. Por alguna razón le pareció buena idea dejar un pack de doce cervezas y un montón de galletas de queso en su galpón antes de irse.

Eddie no había profundizado en su relación con el dueño de la casa y tampoco con la chica. Me pareció extraño pero preferí no preguntar; no era el momento. Probablemente no lo sería nunca pero era mejor quedarme con la duda que mencionar el tema.

No sabía qué hora era, pero sabía que no podían ser más de las once. Los chicos probablemente estuvieran en la escuela. Me pregunto que estarán viendo en la clase de química o en la de biología. Quería estar ahí, quería verlos, quería reírme con ellos, quería jugar D&D, quería ver a papá, quería volver a mi vida.
El vacío en mi pecho presionó, presionó tan fuerte que no podía respirar. Me levanté con mis piernas entumecidas por haber permanecido en esa misma posición las últimas horas. Salí, salí y afuera todo seguía igual. El lago, los preciosos sauces, las aves que cantaban, todo estaba bien para ellos. Eso solo me hizo sentir aun más miserable.

En una de mis más desviadas introspecciones decidí que, si es que algo como la reencarnación existe, yo lo haría como un sauce. Uno que sea tan grande y misterioso que intimide y al mismo tiempo uno bello y sereno que de ganas de vivir ¿Qué se esconderá detrás de sus tupidas hojas? Un millón de secretos de vidas pasadas. Un fuerte sauce que soporte hasta un tornado y al mismo tiempo uno lo suficientemente flexible como para adaptarse con facilidad a las circunstancias. Uno que sirva de sombra en verano y de refugio en invierno, versátil pero no por eso menos eficiente. Si, suena ridículo y cursi, lo sé. Es increíblemente complicado domar a mi desbocada mente.

El alarido de un ave me sacó de mis tan queridos pensamientos.

El reflejo calmo del agua me parecía fascinante, hipnótico. De entre todas las cosas bellas que pude haber mirado, miré mi propio rostro. Quizás no es una mentira eso de que los humanos somos narcisistas.
Mis grandes ojeras, mis ojos rojos y mi pelo más alborotado que de costumbre eran cosas imposibles de ignorar. Mi rostro se veía cansado. No me importó, creo que en cualquier otra circunstancia hubiera aunque sea pasado mis manos por mi pelo para acomodarlo lo más posible. Ahora lo único que me importaba realmente era encontrar una manera de que creyeran lo que habíamos visto, que creyeran nuestra historia. Pero ni siquiera yo podía creerlo…

Me sentía frustrada, derrotada sin siquiera haber podido dar batalla. Arremetí contra mi propio reflejo con una pequeña piedra. No funcionó, nada había mejorado. Solo había estropeado la bella calma del lago.

Intentando no ser tan dura conmigo misma, decidí correrme del empantanado bucle de pesimismo en el que me había metido.
En mi mochila tenía mi Walkman, eso podría funcionar.

𝕁𝕦𝕤𝕥 𝕝𝕚𝕜𝕖 𝕄𝕦𝕤𝕚𝕔 | 𝙴𝚍𝚍𝚒𝚎 𝙼𝚞𝚗𝚜𝚘𝚗Where stories live. Discover now