II

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Cuando padre ordenó que empacaran todas mis cosas yo acepté el hecho de que me enviaría a un internado para señoritas, había escuchado a la servidumbre cuchichear sobre ello. ¿Qué más se podía esperar de un viudo que no solía estar mucho en casa? Sin embargo, nuestro destino nada tenía que ver con lo que mi mente había predispuesto.

-Anna. - Padre no era un hombre de muchas palabras, pero siempre se había mostrado cariñoso conmigo y con madre. – Cariño...

-No hace falta que me explique nada padre... entiendo que dejarme en un internado es lo más conveniente. – Pronuncié aquellas palabras con gran esfuerzo para no derramar lágrimas.

-Hija... - dijo sentándose junto a mí en el carruaje. – Te prometí que no volvería a dejarte sola y no pienso faltar a mi palabra. Te vienes conmigo. -Yo lo miré sorprendida.

-¿Me llevarás a tus negocios? -Pregunté emocionada.

-No exactamente. Hay algo que debes saber, sé que eres pequeña, pero creo que serás capaz de guardar un gran secreto ¿Qué me dices? ¿Podrás?

-Claro que lo haré padre. -Respondí emocionada de que padre confiara en mí.

-En realidad ... trabajo como espía. -Aquellas palabras me dejaron algo confundida. – Ahora que tu madre ya no está he solicitado ser formador, de tal manera que viviremos en un sitio fijo mientras entreno a los reclutas. ¿Qué te parece?

En aquel momento me pareció que la revelación que mi padre me hacía, demostraba lo mucho que confiaba en mí, luego con el paso años comprendí que en el lugar al que nos dirigíamos ese secreto no tenía relevancia alguna. Sin embargo, supuso el punto de partida para dar comienzo a la estrecha relación que hoy continuamos manteniendo.

-Padre... ¿Podrás entrenarme a mí también? – Pensar que padre era un espía como el de las historias que madre me contaba por las noches despertó en mí el deseo de serlo yo también.

-Eso tenía en mente, serás la primera niña en la academia. -Padre no hablaba muy enserio, pero qué más podía decirle a una niña que acababa de perder a su madre y a la que su vida iba a cambiar por completo.

-¿Enserio? -Mi mirada se iluminó.

-Por supuesto, les he dicho que, si quieren que siga, tú entras en el paquete conmigo. -Dijo abrazándome. – Aunque por ahora deberás conformarte con las clases teóricas.

-Si que debes ser alguien importante para que te hagan tanto caso... -Continuamos nuestro trayecto en silencio, pero una pregunta me andaba rondando y finalmente la formulé. -¿Padre, madre sabía lo que hacías?

-Por supuesto que lo sabía, jamás habría podido mentir a tu madre. – Aquella afirmación me hizo querer todavía más a padre.

No puedo narrar los años que vinieron como un camino de rosas, porque no lo fueron. Nada más bajar del coche nos recibieron con muchos ceños fruncidos y a pesar de que entraron a un despacho para discutir, sus gritos inundaron el lugar. Al parecer, nadie estaba conforme con mi presencia en aquel lugar. Mi padre dejó claro que, mientras yo quisiera seguiría allí, y aquellas palabras fueron mi sentencia, nadie me alejaría de él. Los que debían ser mis instructores se convirtieron en mis martirizadores, o así lo veía yo. Ellos me exigían más que al resto, y eso que todos los presentes tenían como mínimo 6 o 7 años más que yo. Por lo visto, era con diferencia, la recluta más joven que había pasado por la formación. Los primeros días, las primeras semanas, los primeros meses y los primeros años fueron muy duros. Debía levantarme pronto, trabajar más de lo que había imaginado que se podía hacer, estudiar mucho y siempre obedecer. Pero a día de hoy agradezco todo lo que viví, porque aquella sorprendente y nada apropiada decisión que padre tomó me condujo a mi destino.

LA VIDA TRAS LA MENTIRAOn viuen les histories. Descobreix ara