XII

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Nuestro siguiente encuentro en público fue más escandaloso, al fin y al cabo, no éramos una pareja de la alta sociedad que debiera respetar un protocolo, bueno pensándolo bien sí que lo éramos, pero nadie podría imaginar que Madam Austen en realidad era la sobrina de un importante duque... así que nuestro coqueteo y tocamiento podía llevarse a término sin miramiento alguno.

-¿Por qué no te has acercado a mí antes? -Acusé a Marcus cuando me arrastró hacia un oscuro pasillo.

-Amor, no sé cómo serían tus anteriores amantes, pero a mí no me gusta exhibirme en público de una forma tan vulgar.

-Me da igual lo que te guste o te deje de gustar... tenemos trabajo que hacer... -Dije agarrándolo del brazo con la intención de hacerlo volver por donde habíamos venido.

-Amor... -Volvió a repetir él. – Los mejores chismes son los que son descubiertos y susurrados, no los que se gritan a los cuatro vientos.

-Mira no quería llegar a esto, pero yo estoy al mando...- No pude continuar hablando porque el colocó uno de sus dedos sobre mis labios.

-Quizás tú estés al mando, pero yo soy el que entiende de esto amor. -Susurró mientras se acercaba lentamente a mi rostro. Me encontré tan fascinada por sus movimientos que ni fui consciente de sus intenciones hasta que nuestras bocas estaban mucho más que juntas.

Cuando retornó a mí la cordura... pero ¡qué digo! Cuando una risa burlona nos sacó de nuestro trance, o por lo menos a mí me sacó del mejor beso que había experimentado en toda mi vida... comprendí porque Marcus había hecho lo que había hecho, nos encontrábamos en un pasillo, que, aunque poco iluminado, era muy transitado y por lo tanto habríamos sido vistos por muchos.

-Oh Lluch... ¿no piensas presentarme a esta encantadora dama? -Aquella voz debía corresponderle al hombre que nos había interrumpido.

-Amor ... te presento al señor Gordon... -Marcus hizo las presentaciones con poco entusiasmo.

-Amor... -Dijo Gardon con malicia. -Es un placer conocerte...

-Nosotros ya nos íbamos, tenemos cosas importantes que hacer. -Dijo Marcus mientras envolvía mi brazo con el suyo.

-Seguro que sí... Un placer conocerla AMORR- Mientras nos alejábamos escuché la risa divertida del tal señor Gordon.

-No podemos marcharnos todavía... -Dije intentando frenar mientras era arrastrada por Marcus. -Todavía me queda trabajo que hacer en esta fiesta.

-Amor si quieres que nos establezcamos como pareja, esta es la mejor forma, quizás te parezca que la misión se retrasa, pero ahora todo el salón ha visto como te sacaba algo despeinada y con prisas... y los dos cogeremos el mismo carruaje.

-Eres todo un maestro del engaño... ni que te dedicaras a esto. -Dije entre risas cuando el me ayudó a subir al carruaje.

Una vez ingresamos en la casa de James, Marcus se acercó a mí como un depredador.

-¿Qué cree qué está haciendo? -Pregunte sin poder evitar poner cara de asco.

-Sellar nuestro pacto como amantes. -Dijo sin detener su acercamiento.

-Ni piense que voy a dejar que se acerque a mí más de lo estrictamente necesario. -Respondí mientras lo alejaba de mí.

-Los criados deben hablar de lo que ven...

-¿Cree qué va a convencerme con un argumento tan estúpido? Estos criados son muy fieles y discretos. Además, saben que no eres James. – La cara de Marcus reflejó la decepción de haber sido pillado en una travesura. - ¿De verdad pensaba que era tan tonta? ¡Lo creía! Por favor.... Señor haz que Marcus vuelva...

Poco después de aquello llamé al mayordomo y le encargué la misión de expandir el cotilleo entre la servidumbre de las casas vecinas. Con aquella acción en poco tiempo todos estarían enterados de que el señor Lluch y Madam Austen eran amantes.

Aquella noche, mientras intentaba dormir en una cama que no era la mía, puesto que deseaba que a la mañana siguiente me vieran salir de casa de James, comencé a dudar de las razones que nos habían llevado a James y a mí a decidir que debíamos ser amantes.

-Tenemos que justificar porque somos cercanos... Ser la amante de un noble abre muchas puertas... tendré la certeza de que los hombres se insinuarán, pero no se me lanzarán encima... quizás alguno intente persuadirme para que deje a James sólo por cuestión de orgullo, y eso sí que me podría ser útil para extraer información... ¿Por qué demonios le estoy dando tantas vueltas? – Y... ¿Por qué estaba hablando en voz alta? 

LA VIDA TRAS LA MENTIRAWhere stories live. Discover now