IV

263 50 0
                                    

Yo salí de la biblioteca la mar de contenta. Me habían encomendado una misión de verdad. Llegué a mis estancias dándole vueltas a toda la información que había leído y tratando de crear una estrategia.

-¿Qué tal es tu compañero? -Preguntó mi padre al verme entrar.

-Nunca puedo sorprenderle con nada padre... siempre lo sabe todo antes. – Dije fingiendo un mohín.

-Ventajas de ser un jefe. -Respondió risueño.

-El señor Lluch parece un caballero estupendo, serio y formal, pero creo que nos llevaremos bien. Parece que sabe muy bien lo que hace, aunque yo no diría que tiene más de 23 años.

-Me alegra que tengas un buen compañero. Tener en el campo alguien en quien confías y que sabes que te cubrirá las espaldas es fundamental. -Dijo padre. -Te recomiendo que le demuestres que puede confiar en ti antes de que dé comienzo la misión o luego las cosas serán más complicadas. Eso... y que le dejes claro que ante todo eres una dama.

-Ya pensaba yo que estaba tardado demasiado... Sabe, padre, me sorprende lo relajado que está, bueno, que siempre ha estado, con el tema de los hombres.

-Cuando eras niña no tenía de qué preocuparme, y ahora que has crecido... tampoco tengo de qué preocuparme, sabes muy bien cómo defenderte.

-Espero que el señor Lluch confíe en mis habilidades tanto como usted. -Dije esperanzada.

-Quizás puedas demostrárselas. -La sonrisa algo malévola de padre me hizo reír.

Tome las palabras de padre en consideración. Por ello, tras pasar varios días debatiendo en la biblioteca sobre cuál sería la mejor estrategia desde la que enfocar nuestra misión. Propuse que descansáramos un rato y que fuéramos a entrenar.

-Menudo concepto tiene usted de descanso señoritas Sparkel. -Comentó el señor Lluch mientras ingresábamos en la sala de entrenamiento.

-Podemos descansar la mente mientras trabajamos el cuerpo ¿No le parece? – No pude evitar mostrarme ilusionada.

-¿Qué le apetece trabajar? – Preguntó el señor Lluch contemplando el lugar.

-¿Qué le parece si me enseña esas habilidades tan maravillosas que seguro que posee? -Yo deseaba saber el nivel de mi compañero.

-Señorita... -Él parecía a punto de bromear, pero algo se lo impidió. – Uno contra uno.

El señor Lluch era realmente bueno en la pelea cuerpo a cuerpo, y aunque logré derribarlo tres veces él lo hico muchas más. Me gustó mucho el entrenamiento, y al parecer a él también. Por lo que, decidimos tomarlo como rutina y todos los días después de pasar unas mañanas intensas planeando nuestra misión, dedicábamos las tardes a entrenar.

-Creo señorita Sparkel que nuestra estrategia es sólida y mañana podremos presentar nuestro plan.

-Yo espero que padre no se encuentre presente, porque no le hará gracia alguna. -Dije algo temerosa a que no me permitiera llevar a término el plan.

Expusimos nuestro elaborado plan al tribunal y parecieron conformes, pero aun así les surgían algunas dudas.

-No dudamos señor Lluch que usted posee las habilidades y la fama de un libertino, pero la señorita Sparkel ha pasado su vida en el interior de este edificio. ¿Cómo logrará hacerse pasar por una acompañante?

-Si me permite contestar. -Dije tomando la palabra. – No me haré pasar por una acompañante, si no por una dama de alta cuna que ha decidido ser libre. Podríamos decir que soy viuda o simplemente dejarlo en misterio... en ocasiones eso atrae más que una historia bien montada y enrevesada.

-No es la historia que monten lo que nos preocupa señorita. -Respondió otro miembro. – Usted luce demasiado inocente para ser una dama de esa índole.

-Por eso no se preocupen. Si nos dan el visto bueno nos iremos a Londres y allí aprenderá todo lo que necesita saber. Antes de comenzar la misión sabrá perfectamente cómo comportarse.

-¿Está seguro de ello? – Me enfadó el hecho de que no me preguntarán a mí.

-Confió en mi compañera. Ha demostrado no sólo saber luchar, sino también, tener una mente privilegiada, no dudo que podrá aprender todo lo que se proponga. -Aquellas palabras tan halagadoras me sorprendieron.

-Gracias por defenderme ahí dentro. -Dije una vez nos encontramos en el pasillo.

-Creo firmemente en todo lo que he dicho, si no fuera así no comenzaría una misión como esta con usted. -Dijo al tiempo que hacía una reverencia a modo de despedida.

Aquella misma tarde, cuando ingresé en mis estancias, padre me esperaba poco contento en nuestro saloncito.

-¿Una prostituta? ¿En qué estabas pensando? – Padre lucía francamente enfadado. - ¿No había más opciones que esa? ¿Sabes acaso lo que eso supondrá para ti?

-Padre... -Intenté justificarme.

-Anna no tienes ni idea... los hombres ... ¡Oh Dios mío! ¡Todo esto es culpa mía! -Dicho esto se sentó desolado sobre el sofá.

-Padre, déjeme explicarme. Pero no me interrumpa mientras lo hago ¿Sí? – Él asintió. – Está es la mejor estrategia. Tanto el señor Lluch como yo debemos poder ingresar en ese mundo para que la gente confíe en nosotros. Lo hemos planificado todo, no voy ... bueno no voy a esta con ningún hombre. En caso de ser necesario los drogaremos o una prostituta hará el trabajo. No entraré en más detalles, pero de veras que lo tenemos todo bien pensado... ¿Sí?

-Hija...

-Padre confíe en mi juicio y en el del señor Lluch. -Necesitaba que mi padre confiara en que podía hacerlo. La verdad, es que padre no pareció muy conforme con mi decisión, pero a pesar de todo y para mi sorpresa dos semanas después me vía partir hacía mi primera misión sin objetar nada. 

LA VIDA TRAS LA MENTIRAWhere stories live. Discover now