XXVI

135 35 2
                                    

Tan concentrada estaba en la misión que olvidé cobrarme mi premio por haber derrotado a Marcus, pero al parecer, él no lo había hecho.

Una de aquellas tardes de búsqueda infructuosa como otras tantas, las cuales terminaban convirtiéndose en noches de pérdida absoluta de mi tiempo, me encontraba sentada de cualquier manera, por no decir de forma muy poco elegante y femenina, en uno de los sofás de la biblioteca. Los bufidos de frustración eran los únicos sonidos que salían de mi boca. Llegué a tal punto de frustración que dejé caer mi espalada dramáticamente sobre los cojines del sillón y situé el libro sobre mi cara. Intentando de algún modo que la información que estaba buscando saliera mágicamente de él he ingresara en mi mente.

-Ne-ce-si-to más... - Tener en nuestra posesión la ubicación del resto de las chicas y no saber dónde se encontraban me estaba matando. Había leído todo lo posible sobre antiguos planos de la ciudad, su historia, sus mitos... y nada de nada. Hacía unos días había escuchado un mensaje mientras Marcus cerraba un trato con el señor Charing, pero de poco había servido mi descubrimiento si no lográbamos encontrarlas antes de que las volvieran a cambiar de lugar.

-Yo sé exactamente lo que necesitas. -La voz de Marcus no me sorprendió, aquel hombre siempre estaba rondando cuando yo intentaba pensar. Sentí como levantaba mis pies del sofá y ocupaba el lugar que antes había sido mío. Estaba a punto de quejarme por mi privación de espacio cuando él tomó uno de mis pies y comenzó a masajearlo.

-¿Qué cree que hace? -Pregunté apartando el libro de mi cara y mirándole con el ceño fruncido. Intenté retirar el pie, pero él lo tomó con más fuerza.

-Te hago un masaje en los pies. Mi señora -Dijo como si aquello fuera lo más normal del mundo cuando no sólo no lo era, sino que en la última semana había intentado no tacarme ni lo más mínimo -¿Hoy vuelvo a ser un desconocido para ti? -Añadió haciendo alusión a que lo huera tratado de usted.

-No cambies de tema ... -Aquella situación no era para nada normal, y mucho menos después de lo que había acontecido entre nosotros. La verdad, me estaba sintiendo algo incómoda.

-He decidido pagar mi deuda... -Como aquello no me convenció, Marcus añadió. - Anna sólo tienes que cerrar los ojos y verás como toda la tensión que tienes acumulada desaparece. -Como yo no dejaba de mirarlo, Marcus me dio un pequeño empujón para que volviera a tumbarme. -Mira aquí la mente brillante es la tuya y como no puedo ayudarte de otra forma ... permite por lo menos que te ayude con algo...

Iba a decirle que aquello era una tontería, pero mientras daba su pequeño discurso había aumentado la presión en sus manos y el gusto que me estaba dando aquel masaje no tenía nombre. Para mi total vergüenza, tendré que reconocer que no pude evitar cerrar los ojos y algo mucho peor... de mi boca comenzaron a salir unos pequeños gemidos de placer. ¿Cómo podía ser que algo tan básico y ordinario como la planta de los pies pudiera provocar tanto placer cuando estaba en las manos adecuadas? ¿Las manos adecuadas? No, no eran las manos adecuadas, eran las de Marcus y aquello tenía que parar. Cuando logré volver a tener el control de mis piernas las manos de Marcus ya habían llegado a los gemelos.

-Gracias... Pero no deseo que vuelva a tocarme. -Dije con toda la dignidad que la vergüenza me permitía mostrar.

-Oh vamos. Ni que estuviera tocándote el co... Indecentemente. -Se apresuró a decir cuando vio mi cara de espanto. - Sólo es un masaje y sé que lo has disfrutado tanto como yo.

-Yo no pienso hacerte ahora un masaje. -Respondí entendiendo que eso es lo que él estaba queriendo decir.

-No te he pedido que lo hagas... Eso sería demasiado...- Dijo al tiempo que tragaba con dificultad. - Lo que quiero decir es que disfruto haciéndote sentir mejor, además hoy soy tu criado. Un pequeño masaje puede ser una ayuda entre compañeros. -Viendo que aquel discurso no me convencía añadió. -Seguro que James haría lo mismo si estuviera aquí.

-Eso lo dudo mucho... Bueno quizás en los hombros si fuera una urgencia... -Dije algo pensativa.

-¿Pero tú se lo harías a él si lo necesitara?

-Claro que lo haría ¿Qué clase de amiga crees que soy? Aunque dudo mucho que James me pidiera algo así jamás. -La cara de Marcus había cambiado a una expresión que no era capaz de interpretar.

-Supongo que ahí está la diferencia, ser compañeros o ser amigos. Por un amigo se hace cualquier cosa. Por un compañero se muere o se mata.

-¿Te parece poco que yo muera o mate por ti? -Pregunté muy sorprendida. Morir por alguien o matar por alguien era lo más grande que se podía hacer por otra persona.

-Para mí no es suficiente.... -Dijo empleando un todo muy bajo de voz.

-Pues suerte que dejaras más que claro que no podíamos ser amigos... -Dije risueña, pero pareció que el chiste sólo me parecía gracioso a mí. – Creo que me retiraré a descansar. Buenas noches Marcus. -No usaba siempre su nombre de pila, pero viendo lo decaído que estaba pensé que aquello le haría feliz. Y algún efecto positivo tuvo, porque la sombra de una pequeñita sonrisa de medio lado apareció en su cara. La verdad aquello sólo me demostraba que el estado emocional de Marcus era algo atípico, pero no podía entrar en eso de nuevo. La misión. Me dije a mi misma. La misión.

LA VIDA TRAS LA MENTIRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora