XXXV

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Volvimos a casa tras una larga noche de vigía, asegurarnos de que no sacaban a las chicas de la casa era nuestra prioridad hasta que lográramos la aprobación del consejo para entrar en la propiedad.

-¿A dónde vas? -Pregunté soñolienta cuando comprobé que Marcus se dirigía al despacho en lugar de subir a su habitación.

-Debo terminar el informe de hoy.

-¿Qué vas a escribir? Diez horas sin movimiento, punto. No tiene sentido que pierdas horas de sueño...

-¿Desde cuando usted pospone el trabajo? -Preguntó algo divertido sin moverse del sitio.

-Vamos a dormir. -Dije recorriendo la distancia que nos separaba y tomándolo de la mano. -Mañana nos espera un largo día... tú tienes una partida de cartas por la tarde y yo una reunión de té.

-Menudo suplicio...

-Te cambio el rol cuando quieras... ser la amante no es tan divertido como ser el libertino. -Los dos nos detuvimos ante la puerta de las habitaciones de Marcus.

-Contigo como amante no necesito ser un libertino... -Su broma sonó demasiado seria y real. -Creo que será mejor que nos retiremos a descansar. -Dicho esto depositó un beso en mi mano. -Que descanses Amor.

Yo me dirigí a mis habitaciones sintiéndome otra persona. Cada vez me resultaba más difícil recordar que la misión era lo primero y eso no estaba bien. Pero al mismo tiempo pensaba que cuando James era mi compañero nosotros disfrutábamos el tiempo juntos y no por ello desatendíamos la misión. ¿Podría ser lo mismo con Marcus? Estaba claro que la relación que tenía con James no era igual que la que tenía con su hermano... Dejaría todas esas especulaciones para cuando hubiera podido dormir algunas horas.

-He recibido órdenes esta mañana. -Anunció Marcus al entrar en el despacho a la mañana siguiente.

-¿Cómo que tú has recibido órdenes? Yo estoy al mando en esta misión, James y yo somo el equipo ¿Por qué alguien iba a enviarte a ti las órdenes? -Aquello me había puesto de tan mal humor que no reparé en que podía estar insultando a Marcus.

-Siento que esto hiera tu orgullo, pero el mensaje que ha llegado era para mí, No tengo duda de ello... - Por mucho que me esforzara el consejo seguía enviando la información y las órdenes a Marcus, y eso era denigrante para mí.

-Enséñamelo. -Exigí al tiempo que extendía una mano.

-No tengo porque hacerlo y no lo haré. -Respondió sin vacilar. -El contenido de la misiva te va a disgustar por muchas razones y no es necesario que las sepas todas... con una creo que vas a tener más que suficiente.

-Si crees que me voy a conformar con esto estás bastante equivocado señor Lluch. -Dije intentando provocarle.

-¿Tanto te ciega tu vanidad que no escucharás las ordenes de nuestros superiores? -Sabía que con ello lo único que quería era hacerme olvidar los medios por los que nos había llegado dicho mensaje.

-¿Cuáles son las órdenes?

-Debemos abandonar París y movernos a Italia. Por lo visto se ha cometido un asesinato que podría cumplir con las mismas características que las de nuestro asesino en serie. Lo siento. -En circunstancias normales aquello no habría sido más que un pequeño inconveniente. Puesto que lograr posicionarnos de nuevo en el círculo social de otro país no era tarea fácil. Aunque Italia no resultaría tan complicada como Francia y estaba segura que ninguna de ellas sería equiparable a formar parte de la alta sociedad londinense, pero la disculpa de Marcus no iba por ahí.

-¿Y sobre la otra misión? -Descubrir la verdadera ubicación en la que se encerraban las damas no había sido tarea fácil, y lograr ingresar en el lugar parecía casi un suicidio, pero había que intentar sacar a todas aquellas mujeres de allí.

LA VIDA TRAS LA MENTIRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora