XVI

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Por lo visto ninguno de los dos había podido descansar bien aquella noche y por ello para sorpresa de ambos, no fuimos capaces de despertarnos hasta que la servidumbre hizo acto de presencia en las habitaciones que nos habían designado.

-Buenos días... -Escuché que decía Marcus acercando mi cuerpo todavía más al suyo. A punto estaba de deshacerme de sus brazos cuando me percaté de la mirada indiscreta de las criadas – ¿Podrían prepararnos un baño? -Las criadas asintieron, pero mientras terminaban de hacer sus quehaceres por la habitación, las muy descaradamente no paraban de dirigir su mirada a la cama en la que nos encontrabamos. Aquellas mujeres serían las encargadas de correr la voz sobre nuestra vida íntima, y sin meditarlo mucho, decidí darles algo mejor de lo que hablar que un abrazo.

-¿Qué tal ha dormido mi señor? -Marcus abrió los ojos intentando averiguar el motivo por el que yo había dicho aquello, pero antes de darle tiempo a encontrar una respuesta me encontraba sentada a horcajadas sobre él y besaba su cuello. Aquel acto apasionado hizo que las criadas por fin salieran de la estancia. – Son unas desvergonzadas... -Dije retomando una postura erguida mientras continuaba sentaba sobre Marcus.

-¿Qué ellas son unas desvergonzadas? – Una risa algo aguda salió por la garganta de Marcus mientras el se cubría el rostro con los brazos.

-¿Qué no ha visto como no apartaban la mirada de nosotros? - Pregunté mientras señalaba el lugar por el que ambas criadas habían salido con premura.

-¿Cómo puedes estar sobre mí y aun así ser incapaz de tratarme sin formalidades? -Preguntó cambiando de tema, pero sin levantar los brazos de su rostro.

-Creo que voy a comenzar a prepararme... - El movimiento de mi pierna fue detenido por las manos de Marcus.

-Yo... siento haberte besado... -Se disculpo avergonzado.

-Gracias. La verdad es que odio que me besen sin preguntar primero... -Respondí realmente agradecida por aquella simple disculpa.

- Sabiendo eso, la próxima vez preguntaré antes... -Sus palabras fueron acompañadas por las caricias de sus manos en mis muslos. Aquello sí sonaba más como el Marcus que yo conocía.

-Sabía yo que no podía tomarse nada en serio. -Le recriminé poniendo mis manos sobre las suyas con la intención de detenerlo, pero logrando que el las atrapara. -Creo que ... -Su mirada era tan intensa que por un segundo olvidé quién era él y a qué juego estaba acostumbrado a jugar. Gracias al cielo una criada llamó a la puerta para indicarnos que la bañera estaba lista. -No me gustan sus juegos... -Dije seria mientras abandonaba la cama y me dirigía hacia el aseo.

-Para mi no es un juego...- Escuché que murmuraba James, pero decidí no hacer caso a aquellas palabras.

La semana de festividades transcurrió sin muchos más incidentes, Marcus había logrado el acuerdo comercial que nos servía para delatar las actividades delictivas del señor Rickly y yo había plantado la semilla en el señor Charing para ser invitados a su "prestigioso" club llamado 'La Felina' el cual prometía más ser un burdel que un club de juego. Pero habiendo dejado claro que ambos disfrutábamos de fiestas menos convencionales y que adorábamos la belleza de los cuerpos en su estado natural... Frase muy poco femenina para cualquier dama y más si se tiene en consideración el contexto en el que tuve que decirla.

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La primera fiesta a la que acudimos después de nuestro regreso a la capital, fue una ostentosa y escandalosa fiesta organizada por el señor Rickly en ella los presentes sólo podían llevar la indumentaria que el anfitrión les había enviado. Para mi desgracia me había tocado llevar una toga semitransparente. Toga que una vez puesta no podía  considerar que fuera llevar ropa puesta... No obstante, si quería entrar en aquel lugar debía seguir sus normas. Por ello, dejando mi orgullo y decoro de lado, me cubrí con mi capa más grande y gruesa y salí al recibido para esperar a que Marcus estuviera listo.

LA VIDA TRAS LA MENTIRAWhere stories live. Discover now