XXIV

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¿Cómo podía haberme pasado esto a mí? Había estado a punto de perder el rastro de aquel hombre por haberme quedado mirando el rostro de Marcus. ¿Pero qué estaba mal conmigo?

Aquella noche James había acudido como invitado a 'La Felina' y a pesar de no ser yo considerada como una señorita, en la invitación había quedado claro que esa velada era exclusivamente para "caballeros" por lo que mientras James se divertía entre aquella gentuza, yo rondaba por los tejados cercanos. Según nuestras averiguaciones, lo que se llevaría a término aquella noche sería una subasta, pero claramente todo aquello que se mostrara ante el público sería ilegal e incluso licencioso. Se suponía que aquella noche iba a regresar Marcus y aunque habíamos esperado su aparición por más tiempo del debido, James tuvo que acudir a la velada y no quedarse como vigía. Ambos habíamos decidido que, ya que Marcus era el que estaba estableciendo las relaciones con todos aquellos caballeros, y sería él y no James el que continuara con la misión mientras mi compañero regresaba a Londres, tenía más sentido que fuera él mismo el que acudiera aquella noche. Pero no lo había hecho.

Mantenía mi vista en 'La Felina', pero no en su puerta principal, James se encargaría de intentar recordar los nombres de aquellos que acudían a esa velada, o por lo menos parte de ellos. Yo focalizaba toda mi atención en las puertas laterales. Tarea bastante complicada para una sola persona. Viendo que me sería imposible seguir abarcando las dos puertas laterales y la trasera decidí ubicarme de tal forma que pudiera observar con facilidad la puerta trasera y una de las laterales, rogaba por que el hombre al que estábamos persiguiendo aquella noche saliera por alguna de ellas.

Según nuestros informantes nos habían hecho llegar, había un marinero que alardeaba de haber tenido a su disposición a más de una veintena de preciosas damiselas que nada tenían que ver con las mujerzuelas que recorrían los muelles. Por supuesta, aquello podía interpretarse como que le había tocado patrullar la cubierta de un barco en cuya bodega tendrían retenidas a las muchachas o algo por el estilo. Fuera como fuese, teníamos un nuevo hilo del que tirar. Por ello, tras acudir un par de noches a diferentes tabernas de mala muerte, finalmente dimos con aquel hombre, pero lo que no logramos averiguar era el nombre del barco. Por ello, habíamos estado siguiendo al hombre es sus actividades hasta que este había ingresado en 'La felina' aquella mañana y todavía no había vuelto a salir. Para la misión de esa noche sólo contábamos con dos hombres a nuestro cargo, los cuales habían estado patrullando los muelles cada noche, pero no habían sido testigos de que sacaran a las damas de ninguno de los barcos o que ocurriese algo sospechoso en ninguno de ellos. Por esa razón, y sabiendo que las mujeres continuaban en el interior de alguno de los barcos, su misión continuaba siendo la de estar alerta ante cualquier cosa extraña que pudiera suceder allí. Esa era la razón por la que yo me encontraba intentando cubrir demasiados flancos. Por suerte para mí, el marinero no se hizo mucho de rogar y en pocas horas salió por la puerta trasera de 'la felina' en dirección al puerto. Yo lo seguía a una distancia prudente cuando al girar en una esquina choqué con alguien...

-Debería tener más cuida... ¿Ana? -Yo no sé por qué razón contuve la respiración y no pude apartar los ojos de Marcus. - ¿Ana estás bien? -Preguntó sorprendido por mi silencio. Yo pestañeé un par de veces saliendo de mi ensoñación.

-¡Diantres! -Exclamé, muy vulgarmente, lo sé, pero el marinero se me había escapado. Por ese motivo y sin dar explicación alguna comencé a correr.

-¿A dónde nos dirigimos? -Preguntó Marcus corriendo a mi lado.

-Creo que al muelle.

Y en efecto así fue, y a pesar de que fue muy fácil volver a ubicar al hombre y seguirlo hasta la embarcación, en la que en efecto se encontraba un gran grupo de mujeres encerradas. Aquella era la segunda vez que perdía la concentración en una misión por culpa de Marcus. Bueno, se que no estaría bien tirarle la culpa a él por algo que era mi responsabilidad... por lo que diré que era la segunda vez que ver a Marcus me hacía desconcentrarme de lo que realmente importaba en aquel momento.

LA VIDA TRAS LA MENTIRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora