Realización del ritual

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En el Hazbin Hotel, a altas horas de la noche, cinco figuras estaban sentadas mientras se miraban con total concentración. Cada uno de ellos era analizado por el otro para ver quién mostraba un atisbo de debilidad. Una sola marca de sudor o un tic de la boca podía dejar al descubierto el juego oculto que tenían en sus manos... Era el partido final entre los cinco. El que ganaría todas las canicas en este baile de duelos y jugadas mortales. Finalmente, Husk, que decidió actuar primero, golpeó sus cartas sobre la mesa. ― ¡Full House! (1) 

¡Escalera! (2)―gritó Ángel Dust.

¡Color! (3) ―gritó Charlie.

¡Póquer! (4)―gritó Vaggie.

 ― ¡Escalera de color! (5)―gritó Niffty, haciendo que los demás gimieran y se inclinaran hacia atrás mientras ella cogía su premio: una montaña de galletas de chocolate y avena. Con una sonrisa triunfal, se llevó una de las galletas a la boca y gimió. ―. Mmmm, deliciosas. Estas son incluso mejores que las mías. 

―Por favor, Niffty.―gimió Ángel Dust haciendo su mejor cara de cachorrito, usando sus cuatro brazos para implorarle. ―. ¡Sólo dame uno! ¿Por favor? Compartir es amor. Y compartir te ayudará a llegar antes al Cielo, ya que es una buena acción, ¿verdad?

―Hummm.... ¡Nope!―gritó Niffty agarrando todas las galletas y salió corriendo de la sala de juegos más rápido de lo que alguien pudiera reaccionar. ―. ¡Voy a buscar un poco de leche y me las comeré en mi habitación! ¡Buenas noches!

―Pequeña perra tuerta y egoísta.―refunfuñó Husk cruzándose de brazos y resoplaba. ―. Última vez que dejamos que Vaggie reparta: Juro que tiene peor suerte que un par de ojos de serpiente.

―Oye, no me eches la culpa a mí de tu mala racha de pérdidas, gatito.―le gruñó Vaggie señalando al desinteresado gato alado. ―. fuiste quien sugirió que la última ronda fuera  todo o nada. Ahora ninguno de nosotros tendrá las galletas de Stella. 

―Sí, aún tienes que trabajar en tus adicción al juego, Husk.―señaló Charlie con una sonrisa nerviosa.

―señaló Charlie con una sonrisa nerviosa

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―...Y aún así nos has dejado jugar al póquer en las últimas dos horas.―le señaló Husk, inexpresivamente.

― ¡Pero no con dinero! Pensé que las galletas serían un buen sustituto.―se defendió Charlie alegremente.

Ángel enarcó una ceja. ―...Charlie, esas eran las galletas de Stella. Esas cosas valen más que el maldito oro. 

―...Sí, no puedo negar eso.―gimió Charlie bajando la cabeza en señal de derrota. ―. Juro que puede ser el sabor más cercano al mismísimo Cielo. 

―Y esas puertas están cerradas para nosotros. Otra vez.―refunfuñó Husk.

Una leve tos les hizo volverse hacia la entrada, luego sus ojos se iluminaron y sus ceños fruncidos se desvanecieron al ver a Stella entrar con un plato de galletas recién hechos. Sonriendo, se acercó a ellos y colocó el plato sobre la mesa de juego. ―Me imaginé que esto pasaría, así que hice una segunda tanda. Sírvanse.

Sanando a Blitzø (TRADUCCIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora