Primer amor

403 24 60
                                    

Sumergirse en su alma seguía siendo una sensación extraña para Blitzø cada vez que lo hacía, pero no negaría que se estaba acostumbrando. Sólo deseaba que fuera algo más que el mismo fondo negro y vacío que seguía viendo con todos esos orbes de sus recuerdos flotando alrededor... No es que no fuera bonito, pero le gustaría ver algún cambio de vez en cuando.

Miró los casi millones de recuerdos que había creado en sus 120 de vida. El diablillo promedio vivía hasta los 250, estando a punto de llegar a la mediana edad, lo que le hizo darse cuenta de lo mucho que había hecho desde su nacimiento... Todo lo bueno y mucho de lo malo. Le hizo sentir realmente que había desperdiciado gran parte de su vida en el pasado.

Los únicos momentos en los que se sentía vivo eran cuando estaba en el circo, sus tiempos con Zella y todo lo que vino después de que adoptara a Loona... No era mucho comparado con todos los años que pasó tratando de vengarse por la muerte de su familia y los años que pasó sufriendo por la miseria que había causado después de que dicha venganza se completara.

No ha leído la Biblia; al fin y al cabo era un demonio, pero había una cita muy apropiada: "Todo el que pelea a espada, morirá a espada." (1)

Así es como siempre pensó que terminaría. Demonios, así era cómo había querido terminar durante mucho tiempo, desde los últimos veinte años... Y sin embargo eran esos veinte años de recuerdos y buenos momentos por los que luchaba para mantenerse vivo y cuerdo.

¿Estás listo para la siguiente serie de recuerdos? Nos estamos acercando al corrupto.―le avisó Rachmiel acercándose a Blitzø, que seguía concentrado en el vacío infinito que tenía delante.

― ...Sí, y creo que ya sé de qué van a tratar.―murmuró Blitzø mientras pensaba en quién más quedaba en su pasado al que aún no se había enfrentado realmente...

Lo había visto en algunos recuerdos, pero nunca como protagonista.

Esperaba no tener que verlo tanto porque, cada vez que lo hacía, Blitzø sentía el dolor de la culpa por lo que le había hecho a Fizzarolli.

Su mejor amigo. Su primer amor.

...

El recuerdo en el que estaban era muy familiar para Blitzø.

Se veía el circo, con todos haciendo su habitual número final, con el público vitoreándolos mientras los payasos bailaban y actuaban. Los caballos infernales saltaban y galopaban con sus jinetes. Los elefantes hacían sonar sus hocicos y la familia de Blitzø giraba en el aire, aterrizando sobre ellos mientras estallaban los fuegos artificiales, con todos posando en su acto final. El público vitoreaba y aplaudía mientras el maestro de ceremonias hacía una reverencia, seguido de todos los demás, dándoles las gracias por haber venido, informándoles de que la tienda de regalos estaba abierta.

Una vez terminado el espectáculo y cuando el público empezó a marcharse, muchos artistas se retiraron para asearse tras otro exitoso espectáculo. Algunos decidieron quedarse y seguir haciendo algunos trucos para los más jóvenes, entre ellos cierto bufón que hacía malabares con botellas de vino falsas.

Era un joven diablillo de unos doce años, vestido con un traje de payaso verde con grandes botones rojos. Sus mangas tenían rayas verdes, rosas y blancas, mientras que sus simpáticos zapatos eran negros y curvados. En la cara llevaba la tradicional nariz roja de payaso, así como un ligero maquillaje blanco en sus mejillas. Dos cascabeles rojos colgaban en el extremo de sus cuernos rayados.

...Pero lo más vio Blitzø fue su sonrisa. La sonrisa de alguien que le encantaba entretener a todo el mundo y tenía la alegría optimista de un niño recién nacido. Blitzø no pudo evitar sonreír al verlo. Eso siempre fue lo más bonito de Fizz.

Sanando a Blitzø (TRADUCCIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora