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Venezuela se sentía incómodo, cómo nunca antes.

¿En qué momento había empezado a sentirse de esa forma?

No sabía. Pero le daba miedo.

¿Ni siquiera podía sentirse a gusto con su propia familia?

Veía como todos charlaban animadamente ente ellos.

Cómo siempre, estaban en una reunión con España y demás.

Pero se sentía raro.

No sentía ese ambiente familiar.

Sentía por primera vez en años, que no encajaba.

Se sentía fuera de lugar.

Se sentía excluido.

Prefirió ignorar esto e intentar incluirse en la conversación de sus hermanos.

O de cualquier otro.

Fracaso miserablemente.

Así que termino sentado en una esquina, lejos de todos.

Y nadie se molestó en ir con él, nadie se molestó en preguntarle por su día.

Nadie siquiera noto que se había alejado.

Sintiendo nuevamente ese amargo sentimiento de exclusión intento distraerse él mismo.

Termino observando todo aburrido, pero su atención fue captada por algo en una de las demás esquinas de aquel lugar.

O más bien alguien.

Cuba se encontraba sentado en una esquina al igual que él, pero a diferencia de si mismo no parecía incómodo por ser ignorado o algo. De hecho estaba muy sonriente mirando su teléfono.

Consentrandose un poco más en todo el bullicio que hacían los demás logro oír leves sonidos de notificaciones, estaba seguro de que estos provenían del teléfono del cubano.

Lo admitía, le dió tremenda curiosidad cuando lo vió reír con ganas.

Además de que no pudo evitar cuestionarse. ¿En cada reunión, Cuba siempre había estado aislado en una esquina?

No recuerda que interactuara con él. Mucho menos con los demás.

Por su cabeza paso fugazmente el recuerdo de sus amigos hablando a las espaldas de él.

Analizando que pudo haberle hecho reír, además de sentirse algo arrepentido e incómodo con el último pensamiento, no  se dió cuenta de que se había quedado mirando fijamente al otra caribeño.

Y, para cuando se dió cuenta Cuba ya lo veía fijamente también. Ahora el de miraba curiosa era el más bajo.

Se sonrojo fuertemente por ser atrapado infraganti cuál chismoso.

Aún más vergüenza le dió que este lo saludara levemente con la mano.

Dios, ayuda.

Luego de verse fijamente el cubano desvió su mirada hacia las estruendosas risas de los demás latinos, luego otra vez lo miro. Sus ojos denotaban confusión.

"¿Qué haces allí?" Fue la pregunta que Venezuela puedo jurar que leyó de sus ojos.

Solo se encogió de hombros como respuesta.

Se quedaron unos cuantos minutos así, hablándose mediante señas raras y muecas.

Si los demás no estuvieran tan metidos en su mundo pudieron haber apreciado lo gracioso y tierno del momento.

A Venezuela le causaba cierta gracia aquella conversación, pero ya era hora de irse.

Se despidió de Cuba con la mano. Luego dirigió su mirada a los demás.

¿Debía despedirse?

Examinó el ambiente con calma, para que al final desistiera de despedirse.

Y sin más, salió de aquel lugar.

Nadie, a exención del cubano, noto que Venezuela se había ido.

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"A veces no nos fijamos en las cosas que no creemos que pasen o que puedan llegar a pasar. "El corredor del laberinto".






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¿Cómo se imaginan a Cuba contándole a Rusia, Siria y a Corea del Norte que Venezuela lo estaba mirando?

❝𝙈𝙖𝙡𝙖 𝙟𝙪𝙣𝙩𝙖❞.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora