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Uno...

Dos...

Tres...

Cuatro...

Cuatro países con clara muestra de emoción, y algo de incomodidad, parecían muy felices. Demasiado.

¿Por qué?

El estaba en el avión personal de su presidente, viajando de regreso a sus tierras con cuatro Contrys que no eran él.

Bien ¿Verdad?

No, por supuesto que no.

Apretó los dientes, frunciendo las cejas hacia bajo en una clara expresión de arrechera, misma que era lo que mantenía inquietos a los países.

El los había invitado ¿No?

Bueno, no.

Todo le pasaba por bocón. ¡Nada! ¡Nada le constaba quedarse callado!

Soltó un gruñido al sentir la mano de su presidente en su hombro, pasando totalmente por alto que este prácticamente era su jefe.

Aún no podía verlo de otra forma. Siempre estaba alerta cuando el estaba a su alrededor, de buena o mala manera siempre tenía un ojo puesto en él.

El de sangre italiana quitó su mano rápidamente, mirándolo con preocupación.

— No pensé que te molestaría tanto, yo solo-

Antes de poder continuar el venezolano mayor se levantó de manera brusca de su asiento, asustando a los otros Contrys y hasta a su mismo gobernante.

De manera algo rápida empezó a caminar hacia otra sala que había ahí, ignorando a propósito los llamados del otro venezolano.

— Venezuela.

Demandante y autoritario, así sonó la voz del de sangre italiana.

Solo utilizaba ese tono cuando el se ponía "rebelde", solo lo utilizaba para darle órdenes que sabía que no le iban a gustar, solo para regañarlo.

Y lo odiaba. Lo odiaba tanto.

Volteo su cabeza levemente, mirándolo de reojo con su mirada cubierta por un escarlata brillante.

Estaba molesto y el color de sus ojos lo recalcaba demasiado.

A pesar del escalofrío que sintió por tan fría mirada, prosiguió al tener su atención.

— ¿Tienes que decir algo al respecto?

Venezuela respondió con un nudo en la garganta, pero su voz sonando tan mortal y seria que era difícil creer que se sentía tan decepcionado del hombre delante de él.

— ¿Importa? Hiciste lo que te dió la gana ya. No finjas que te importa lo que yo piense, señor.

Fue el turno de fruncir el seño del canoso.

— Si te estoy preguntando es porque me importa, República de Venezuela.

— ¿Enserio? ¿Y qué quieres que haga? ¿Te pico una torta? —. Para ese punto ya no le importaba ser irrespetuoso —. ¡Sabes lo que me pasa y aún así sigues, sigues y sigues haciendo lo que te da la gana! ¡Dices que te importo, pero lo único que haces es controlar mi vida! ¡Cómo ellos! ¡CÓMO TODOS!

Gruñó más alto, haciendo que el presidente de sus tierras de levantará de igual forma de su asiento.

— ¡Es pura mierda! ¡No te creo nada! —. Grito por última vez, ahora regulando su tono de voz a uno un poco más dócil y "gentil" —. Así que disculpe si estoy indispuesto a estar recibiendo regaños y sermones. También disculpe que tenga que soportar usted a un país agrietado y sin control cómo lo soy yo —. Dijo con voz dura, citando las palabras que una vez lo escucho decir.

— Venezuela, eso no-

— ¿Debería también disculparme por no querer a esos países metidos en mi casa? No lo creo, después de todo usted decidió eso tomando en cuenta la comodidad de todos ¿No es así? Todos nosotros estamos felices por SU decisión —. Hizo enfasis en la última palabra, mostrando algo de dolor en un descuido en ese momento en dónde derrochaba emociones.

Soltó un suspiro, intentando relajarse y mirando de reojo como los otros países lo miraban con preocupación.

Ya no había emoción, ya no había algún sentimiento en ellos que lo hiciera pensar "Hey, esto tal vez no sea tan mala idea. "

Eso lo jodió, aunque lo negara ante el mismo.

Poe eso, aquellas miradas no le pudieron parecer más a otra cosa que no fuera lastima.

— Así que disculpen si en este momento quiero que me dejen en paz. Con su permiso, me retiro. Que tengan buenas noches todos.

No dijo más, simplemente se fue de ahí a paso silencio y calmado. Parecía una pluma dansando al son del aire.

Con su partida dejo un incómodo silencio, ninguno sabía que decir.

El mandatario soltó un sonoro suspito y un quejido, volviendo a sentarse con la mirada perdida.

Rusia, al ver cómo Cuba estaba más ocupado mirando con preocupación por dónde se había ido el otro latino, y ver cómo Norcorea y Siria se encontraban igual de perdidos en sus mentes, decidió que el mismo tomaría cartas en el asunto.

— Lo sentimos mucho, no queríamos ser una carga para usted y... Y-y... Él —. Lo miro de forma seria, aunque titubeante.

El ex-militat nego con un movimiento de mano, llevando una copa de algún alcohol caro a su boca, tomándolo de un solo trago.

— No sé tiene que disculpar, todo esto es a causa mía. Por favor, que está situación tan... Vergonzosa —. Suspiro, brindándoles una sonrisa cansada —. No sea un impedimento para que disfruten su estadía. ¿Está bien?

Todos asintieron, no sabiendo que más decir.

Pero sin duda ahora ellos se sentían mal. Aquella discusión no hacían más que recordarles que ellos eran unos intrusos en la vida del venezolano.

Y, ahora, también serían unos intrusos en su propia casa.

¿Genia, no?

Vaya manera de iniciar su relación...

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"El liderazgo no consiste en estar al mando, sino en cuidar de las personas a tu cargo.” – Simon Sinek

” – Simon Sinek

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