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Créanme, esto me va a doler más a mí que a ustedes.

No se olviden de expresar con comentarios y su voto lo que les hace sentir este cap. Por lo menos me queda de consuelo que no voy a llorar yo sola.

[...]

Venezuela reposaba en su cama, respiraba pausada y tranquilamente.

Sus párpados pesaban, pero no cedía al sueño ya que estaba esperando a alguien.

Alguien muy especial, tanto que tan solo un pensamiento relacionado con esa persona le alegraba el día y hacia que sus ojos brillarán.

Sonrió ante tal pensamiento, cerrando sus ojos y suspirando.

La calma no le duró mucho ya que nuevos pensamientos sobre su situación actual lo regresaban a la realidad.

Tenía problemas. Muchos problemas.

Eran demaciados, tantos que hasta había llegado a pensar que alguien allá arriba lo odiaba.

Sus amigos, que ya no eran tan amigos.

Sus hermanos, que tampoco parecían tan unidos como antes.

<<¿Alguna vez lo fuimos?>> Se cuestionó mentalmente.

Empezaba a dudar de todo y de todos.

Y eso lo jodia en sobre manera.

También estaba el problema con Caracas. Este ni siquiera se había dignado a responder o devolver alguna de sus llamadas o mensajes.

Sin duda eso era lo que lo tenía más jodido. Él estaba tan lejos y no podía ir a consolarlos mientras le decía que todo estaría bien.

¿Por qué todo iba a estar bien, verdad?

Soltó un suspiro pesado, abriendo sus ojos nuevamente.

Lo único que veía era el color blanco del techo.

— Extraño a mis carajitos... —.

— Eso es curioso —. Se sobre salto al oír esa voz —. Tus hijos son un desastre andante, no sé como los puedes extrañar —. Comento el estadounidense a modo de broma —. O querer tenerlos cerca...

Venezuela sonrió, empezando a levantarse de la cama, haga quedar sentado.

— Tú también eres un desastre andante y aún así te quiero, USA —. Le siguió el juego el venezolano.

Sonrió en cuanto el norteamericano se sentó casi a lo pies de la cama.

— Hola, Venezuela —. Saludo, haciendo una sonrisa.

Que más que una sonrisa, parecía una mueca torcida.

Y el país caribeño no pasó por alto el como lo llamo.

— Mmm, hola, gringo —. Devolvió el saludo, no prestándole verdadera atención a ese malestar que se genero en su pecho.

Cómo si algo mala estuviera a punto de ocurrir.

— ¿Cómo entraste? —. Inquirió el menor luego de un extraño silencio.

— La entrada estaba abierta —. Ladeó la cabeza levemente —. No hay nadie al parecer y... Toque varias veces tú puerta, pero no contestaste.

— ¿Enserio?

— Sí. Al final solo entre y grande fue mi sorpresa al verte aquí, acostado.

Venezuela se sonrojo, estaba apenado —. Perdón... No te oí.

❝𝙈𝙖𝙡𝙖 𝙟𝙪𝙣𝙩𝙖❞.Where stories live. Discover now