❝𝙈𝙖𝙡𝙖 𝙟𝙪𝙣𝙩𝙖❞.

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Yo más que nadie extraño este libro, se los juro. Tantas tareas, tantas cosas por hacer... Simplemente no encontraba tiempo, y el poco que tenía no ocupaba para descansar un poco. Tuve tremendo colapso y todo estuvo mal por un momento. Pero aquí estoy, haciendo lo que me gusta.

Espero que, a pesar de que el capítulo sea corto, le den amor y dejen su comentario y voto. Se los agradecería mucho.

Y, como muchos dicen por ahí... ¡No estaba muerto, estaba de parranda!

Luego de aquel incidente todos se habían adentrado en aquella gran casa, siendo recibidos por una amable Ana. Luego pasaron algunos días allí, mismos en dónde el venezolano no se había dignado a salir de su habitación.

Todo seguía algo tenso. A ellos el país latino les había dado la libertad de hacer, literalmente, lo que les diera la gana; tanto dentro, como fuera de la casa. Cosa que realmente les sorprendió.

Jamás habían tenido tanta libertad como en esos momentos, pero parecían que no lo estaban disfrutando como deberían. Había mucho por explorar afuera, pero no lo hacían. Había una gran piscina, pero tampoco la ocupaban. Había una gran parrilla, había abundante comida, pero no hacían nada realmente en aquella casa.

Los más afectados por ello eran Corea del Norte y Rusia, mismos que habían sido los más emocionados por explorar algunos lugares de aquel país. Pero habían creído de forma muy ilusa que el venezolano los iba a acompañar, a guiar.

Pero no. Él no quería estar cerca de ellos... Aunque, si lo pensaban mejor. Realmente nadie quería estar cerca de ellos, por uno y otra razón que ellos no terminaban por comprender.

Y, por si no fuera poco, aún en sus mentes se repetía aquel suceso cuando conocieron a la mujer, trabajadora de aquella casa. Realmente no comprendían a qué se refería.

— Sus habitaciones están arriba, Ana los va a llevar.

Comunico el venezolano mayor, ignorando completamente la mirada nerviosa de aquella mujer.