Capítulo 5

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—Quiero que sepan algo —Ignacio tenía expresión de pánico—, ambos tenían un disparo en la cabeza, uno en la boca y otro en el pecho.

Recordé el caso de la chica trans hace unas semanas, un disparo en la cabeza, uno en la boca y otro en el pecho.

—Maldición —dije—, es un psicópata.


***

Volvimos a mi casa en total silencio, les pedí que se quedaran a almorzar aunque realmente ninguno de nosotros tenía mucho apetito, ni siquiera Luis. Santiago llegó de la universidad y miró a Juliana como si sus ojos fueran un escáner.

—Tu amiga es lesbiana, cariño. —susurró en mi oído.

—Así como tú eres gay, hermanito. —respondí en el mismo tono.

—Heteroflexible, hermanita. Heteroflexible.

En otra ocasión mi carcajada hubiese sido épica, pero estaba preocupada, nerviosa, asustada. Mi hermano era evidentemente gay, y había un maldito loco asesinandolos allá afuera. Solo me levanté de la silla y lo abracé, lo abracé muy fuerte, él sabía que algo pasaba, así que respondió a mi abrazo de la misma manera.

—Ten mucho cuidado cuando salgas, Santi, por favor.

—Tranquila, Vele. Sé lo que está pasando, les dicen "los arrebatados"

—¿Sabes algo sobre los asesinatos? —abrí los ojos como platos.

El solo asintió "luego hablamos de eso" susurró y subió a su habitación con aires de tristeza.

Me quedé con Luis y Juliana en la sala, estábamos como en shock, fuimos hasta la piscina y nos sentamos en el borde, con nuestros pantalones arremangados sólo para mojar nuestros pies.

—Nunca pensé que me tocaría cubrir las noticias de un psicópata suelto en CDMX —dije pensando en voz alta.

—CDMX es una ciudad peligrosa, pero creo que nadie se esperaba este tipo de acontecimiento. —Juliana también tenía una expresión preocupada.

—¿Estás mal por Santiago, verdad?

—Mi hermano es una potencial víctima, Luis... Realmente estoy cagada de miedo.

Sentí la mano de Juliana sobre la mía, cálida y suave, volteé mi mano y ella entrelazó nuestros dedos, mi corazón se aceleró y sentí un nudo en la garganta. Nuestros ojos hicieron conexión una vez más, juro que esta mujer tiene la mirada más dulce de este maldito mundo, bajé la mirada a sus labios y...

—¡Mi amor! —Mi mano soltó la de Juliana a la velocidad de la luz.

La voz de Lucho casi me hace caer a la piscina.

Lu se acercó y me ayudó a levantarme solo para darme un prolongado beso en los labios. No entiendo por qué ya ni cierro los ojos ante el contacto de sus labios.

—Bueno, Luis y yo nos vamos. —dijo Juliana levantándose rápidamente y caminando sin esperar a Luis.

Mi amigo se me quedó mirando de la misma manera en la que lo hizo cuando íbamos en el carro.

—Sí, ya es hora de irnos, te veo mañana en el trabajo, perra. Hasta luego, Lucho.

—Hasta luego. —respondió Lu con desagrado.

Pude escuchar a Luis gritarle a Juliana "¡Espérame, desgraciada!"

Con Luis las groserías salen de manera natural, son parte de él y se convierten en parte de su entorno, escucharlo hablar es tan divertido que llama la atención de las personas que tiene alrededor, la manera tan jocosa en la que cuenta sus vivencias es simplemente inigualable. Supongo que algo de eso se me ha pegado durante estos años que he convivido con él, sobre todo porque desde hace un tiempo me expreso con más groserías que de costumbre, y es que decir groserías me parece una manera liberadora de drenar lo que sientes en un momento determinado, o incluso hacer que un chiste sea aún más gracioso. En resumen, decir groserías es genial.

—Pedí la tarde libre para estar con ustedes —dijo Lu.

—¿Ustedes?

—Sí, bueno... Contigo —Lo noté algo nervioso—, con tu papá, y con Santi... Santiago.

Aclaró su garganta y tosió un par de veces.

—¿Estás bien? —dije con el ceño fruncido.

—Todo perfecto. ¿Te parece si vamos un rato a tu habitación? —dijo fingiendo inocencia.

La verdad es que hoy ha sido un día estresante, sería bueno liberar tensiones. Mi papá no está en casa y falta mucho aún para que llegue, de otra manera Lucho no podría subir a la habitación, papá cree que debo llegar virgen al matrimonio, lo que él no sabe es que mi virginidad se perdió hace años con un novio que tuve antes de entrar a la universidad.

Subimos a la habitación tomados de la mano, sentí una gran diferencia a comparación de la mano de Juliana, hace un rato mis dedos estaban entrelazados a los suyos, tan suaves, delicados, su mano encaja perfecto con la mía, en cambio la de Lucho, tan grande, gruesa, y un poco áspera.

Entramos a mi cuarto y cerré la puerta, el comenzó a besarme de manera hambrienta y yo respondí a su beso, su barba de tres días sin rasurar es muy sexy pero me lastima la cara cuando me besa de esa manera, levanté los brazos y el sacó mi camisa, también desabrochó mi brasier y me cargó para colocarme cuidadosamente en la cama, comencé a excitarme cuando Lu se recostó sobre mí, también sin camisa y besando mi cuello. Cerré los ojos y un leve gemido escapó de mi boca, sentí como tomó mis senos y comenzó a devorarlos. Gemí, e imaginé a Juliana tomando mis pechos con su boca, imaginé sus labios carnosos recorrer mi cuello, la imaginé sonriendo con malicia mostrando los hoyuelos de sus mejillas, la imaginé a ella con cada embestida de Lucho.

—Me encanta cuando te hago gemir. —dijo su voz gruesa.

Abrí los ojos de golpe.

—Detente —Lu parecía no escuchar—. ¡Lucho, detente ya!

—¿Qué pasa? —preguntó saliendo de mí.

—Quiero que te vayas, Lucho. —Me tapé la cara con ambas manos, no puedo creer lo que hice.

—¿Qué? Valentina, por favor, no me dejes así.

Pude ver su pronunciada erección.

—Lo siento, Lucho. No quiero estar contigo ahora.

¿Qué carajos me está pasando? ¿Cómo voy a imaginar esas cosas con ella?

No...

No.

No.

¡No!

Tenía la respiración agitada, pero ya no era por excitación, tenía ansiedad, sentí que iba a tener un ataque de pánico en cualquier momento. "Vete de mi cuarto, Lucho" le dije de manera brusca.

—No entiendo por qué las mujeres son tan complicadas.

Se colocó el pantalón y salió dando un portazo con la camisa en la mano.

"Okay, Valentina, respira." me dije a mi misma. "Respira"

No sé cuántas veces inhalé y exhalé. Me metí a la ducha y dejé que el agua corriera por mi cuerpo desnudo. Cerré mis ojos y aún seguía imaginándola a ella... Simplemente estaba aterrada. No me puede gustar Juliana. No me puede gustar una mujer.

¿Mi cabeza? Un conflicto total. 


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¿Qué consejo le darían a Val en esta situación? 

A la luna tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora