Capítulo 13

1.3K 189 26
                                    


Mi corazón se aceleró de una manera inexplicable, sentía mis pies adheridos al suelo, mi mente comenzó a imaginarse los peores escenarios, imaginar lo que le había podido pasar a Luis, lo que me pasaría a mí, y sobre todo, sentí miedo por mi bebé.

—¿Qué no escuchas? ¡Camina! —insistió el sujeto.

—Por favor, no me hagas daño —dije mientras subía al auto, las lágrimas comenzaban a caer abruptamente— ¿Dónde está mi amigo? No lo lastimes, ¿quieres dinero? Mi padre te pagará lo que pidas, solo no nos lastimes por favor.

—¡CALLATE! —gritó muy cerca de mi oído— En cuanto a tu amiguito, con la golpiza que le dimos ya debe estar entrando a una vida mejor.

Ahogué un grito. Trate de no llorar, o al menos de no hacerlo fuerte, sentía pánico por lo que pudieran hacerme, no podía respirar, tenía la cabeza cubierta. «Dios, voy a morir» pensé.

El auto se puso en marcha y pude escuchar otras voces, había unos tres sujetos en el vehículo.

Me conocía CDMX como la palma de mi mano, traté de respirar lo mejor que pude y memorizar hacia donde se movía el carro, estaba segura que íbamos camino al Estado de México.

Sentí una punzada en mi vientre. «Ay, no...»

—Por favor, déjenme ir, estoy embarazada. —Mi voz estaba entrecortada.

—¿Escuchaste eso, pollo? La niña está embarazada —dijo uno de los hombres en tono de burla.

—Por favor... —Comencé a sollozar, ya no pude contener el llanto.

—¡Cállate, maldita sea!

Pero no podía dejar de llorar, sabía que debía calmarme por el bien del bebé, pero la situación se me escapaba de las manos, y solo podía sentir cada vez más miedo.

El auto se detuvo y yo ya no tenía idea de dónde podía estar, quería que todo esto fuera una pesadilla, quería un abrazo de papá, estar en casa con Santi, y un beso de Juliana.

—Sal del auto y camina.

Al levantarme, una nueva punzada en mi vientre me hizo gemir.

—Necesito un hospital, por favor, déjenme ir.

Alguien quitó la tela que cubría mi cabeza e inhale aire como si acabara de salir de aguas profundas. Miré a mi alrededor y tres hombres encapuchados me rodeaban, tenían armas largas, listas para disparar.

—Camina, niña de papi, aquí no se hace lo que tú digas, se hace lo que yo ordeno. ¿Entendiste?

Solo asentí y no dije nada más, caminamos por una carretera de tierra, rodeada de casas de evidente pobreza extrema, un perro desnutrido que estaba amarrado con una cadena se escondió con un chillido cuando nos vio pasar, seguimos caminando un par de cuadras más y entramos a una casa que parecía abandonada, podía oír a las ratas correr de un lado a otro, una lámpara se encendió y vi un colchón en el suelo con una gran mancha de sangre en una esquina.

«Me van a matar» pensé.


***

Me ataron de manos y pies, me lanzaron al colchón y el dolor en mi vientre se hacía cada vez más fuerte, comencé a llorar aún más, sé que mi embarazo no fue deseado, pero no quería perder a mi bebé, no después de haber escuchado los latidos de su corazón en el último ultrasonido, esos latidos están grabados en mi memoria, y si pudiera tatuármelos, lo haría.

—Aguanta, mi amor, se fuerte. —le susurre.

La noche cayó, solo apareció un hombre de apariencia joven, aunque su cara estaba cubierta lo pude notar.

A la luna tu miradaWhere stories live. Discover now