Capítulo 23 Final parte 2/2

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Ahogué un grito al ver aquella escena, Luis me abrazó y oculté mi cara en su pecho.

La oficial Olivia Bianco gritó de frustración, la vi acercarse al cuerpo de Rodríguez y tomar su celular.

—Le dije que haré todo lo posible por encontrar a la señorita Valdés —dijo mirándome—, necesito que investiguen las últimas llamadas que hizo Rodríguez y demos con el paradero de sus jefes —La autoridad en la voz de aquella mujer daba a entender que había nacido para esto.

Le entregó el celular a un miembro de su equipo y pasó su mano por su cabello, se veía estresada.

—Oficial —dijo el chico con el celular de Rodríguez en la mano—, está entrando una llamada al teléfono de Rodríguez, dice: El rey de la selva.

—Rastréenlo. Seguramente es Manos de Sangre.

Vi a muchos policías correr de un lado a otro por varios minutos, hasta que uno gritó: "Tengo la ubicación" y la oficial Olivia Bianco corrió a ver de qué se trataba.

Vi sus ojos abrirse como platos y luego mirarme.

—Señorita Carvajal, necesito que me acompañe —dijo—, quizá tengamos la ubicación de donde está la señorita Valdés.

Salimos del aeropuerto y subimos a la patrulla junto con la oficial Bianco, la tensión se sentía en el ambiente, Luis y su novia siempre estuvieron a mi lado, no me dejaron sola ni un segundo. La oficial puso el auto en marcha y otras cuatro patrullas nos seguían.

—¿Sabe dónde está Juliana? —pregunté, mi voz sonaba entrecortada.

—Señorita Carvajal, dígame algo —dijo ella con la mirada clavada en la carretera mientras conducía a una velocidad considerablemente alta— ¿Qué tal está la relación con su padre en este momento?

—No entiendo su pregunta... ¿Qué tiene que ver eso ahora?

—Solo responda con sinceridad, por favor. ¿Qué tal está la relación con su padre en este momento? —repitió.

—Eh... Nada bien. Discutimos hace unos días, cuando le dije que Juliana y yo estábamos comenzando una relación, él es un hombre muy conservador, muy católico.

—¿Su padre se llama León, no es así?

—S-si —tartamudeé.

Conocía la calle en la que estábamos, podía ver la casa de mi padre erguirse a unos metros. Luis tomó mi mano y yo lo miré sin entender lo que sucedía... O mejor dicho: sin querer entender.

—Señorita, todo parece indicar que "El rey de la selva" del que habló Rodríguez, es su padre —dijo la oficial estacionando la patrulla a unos metros de la casa donde crecí.

—No... —dije sintiendo como mi mundo se destrozaba en pedazos— No... —repetí.

Abrí la puerta del carro y salí corriendo a la casa, salté la cerca pero no fui a la puerta, rodeé la casa y espié por la puerta de cristal de la cocina, entonces los vi, vi a papá contando billete tras billete y entregárselos a Manos de sangre. Mis lágrimas comenzaron a caer abruptamente y comencé a recordar mi secuestro...

Flashback:

—¿Cuánto quieres por mi rescate?

—Créeme que si por mi fuera ya estuvieras muerta, entorpeces mi trabajo ¿sabes? Ni siquiera la policía me había dado tanta lata.

—¿Qué quieres entonces?

Él soltó una carcajada repugnante.

—Quisiera hacer muchas cosas contigo ahorita, preciosa. Pero lamentablemente tienes un ángel de la guarda que no me deja. Por ahora solo te daré una advertencia: No vuelvas a meter tus narices donde no te han llamado ¿estamos? No quiero perder este negocio por tu culpa, y si lo pierdo, te mato. Por algo me dicen "Manos de sangre"

A la luna tu miradaWhere stories live. Discover now