Capítulo 6

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No sé cuánto tiempo estuve en la ducha, volví a la realidad cuando escuché a mi padre llamando a la puerta de mi habitación para que bajara a cenar. "No tengo hambre, papá" dije mientras cerraba el grifo.

—No vayas a acostarte sin cenar, hija —dijo desde afuera.

No respondí, quería estar sola.

Salí del baño envuelta en una toalla blanca, me paré frente al espejo y poco a poco quité la toalla, me miré desnuda.

—Mírate bien, Valentina Carvajal —me dije a mi misma—, eres mujer. Mujer. No te puede gustar otra porque tú no eres lesbiana, ¿okay?

Seguí mirándome, seguí concentrada en mi respiración, pero también seguí imaginándola a ella. Sus ojos café, sus labios carnosos, los hoyuelos en sus mejillas, su cabello que llegaba hasta sus hombros, su risa contagiosa, su mano sujetando la mía...

Traté de convencerme a mí misma de que no pasaba nada, o que solo había sido una mala pasada de mi mente, y poco a poco me fui calmando. Bien dicen que una mentira dicha mil veces se convierte en verdad, de lo que no me percaté en ese momento, es que la verdad siempre sale a la luz.

Salí de mi habitación en la noche cuando ya todos estaban dormidos, al final mi estómago pidió de comer y tuve que ir a la cocina. Santi estaba hurgando el refrigerador y no notó mi presencia.

—¿Hay algo bueno allí? —pregunté.

Santiago saltó al instante chocando su cabeza con una de las puertas del refrigerador. Me miró como si fuese un fantasma, su pecho subía y bajaba demasiado rápido a mi parecer. "Cálmate, Santi, no soy la llorona" le dije entre risas, debí haber grabado eso con mi celular.

—Perdón, yo no... Perdón —dijo rápidamente intentando huir de la cocina.

Pero... Esperen un memento.

—Santiago, ¿qué carajos tienes en el cuello? ¿Eso es un chupón?

Su rostro se tornó aún más aterrado.

—No... Yo... He... Ya me voy a dormir —Corrió escaleras arriba.

Al menos alguien la pasó bien hoy en esta casa, me preparé un sándwich de jamón de pavo y subí a mi habitación. Traté de dormir un poco pero al parecer Juliana no quiso salir de mis pensamientos. Genial.

El sonido de la alarma me devolvió a la realidad, maravilloso, no dormí nada.

Me levanté y comencé a arreglarme para volver al trabajo después de este tiempo de reposo.

Traté de maquillarme lo mejor que pude para tapar las inmensas ojeras, no puedo creer que esto me esté pasando a mí, o sea, ¿cómo carajos se va a colar una mujer en mis pensamientos justo cuando voy a tener sexo con mi prometido?

Esto es una locura.

Llegué al canal con mi papá, él siempre tan amable saludando desde el personal de limpieza hasta las figuras de mayor fama que laboran acá, a todos con el mismo tono de simpatía. En cambio yo, prefiero saludar con una sonrisa (cuando me apetece saludar) o simplemente ignoro los saludos, así como hoy, juro que si se me apareciera el mismísimo Jesucristo y me saludara, lo ignoraría.

Llegué al estudio y me senté en mi escritorio, al parecer mi cara reflejaba mi estado de ánimo porque cuando Luis llegó se quedó paralizado observándome. No dijo nada, solo fue por una taza de café y la dejó en mi escritorio. A veces siento que lo amo demasiado.

Tomé un sorbo de mi café y sentí que la tensión disminuía en todo mi cuerpo, Luis me veía desde el otro extremo del estudio y yo le agradecí con la mirada. Volví a beber otro sorbo.

A la luna tu miradaKde žijí příběhy. Začni objevovat