Capítulo 8

1.2K 205 11
                                    


***

Faltaba poco para que el sol comenzara a ocultarse, algunas personas caminaban a nuestro alrededor, la mayoría estaban adentro compartiendo con un sin fin de artistas, así que teníamos suficiente espacio para hablar cómodos, sin embargo, yo no estaba nada cómoda, mis manos comenzaron a sudar, mi corazón latía con fuerza, y eso que no habíamos dicho media palabra.

—Te he notado rara últimamente, mi perris —dijo Luis rompiendo el hielo.

—¿Rara? Yo estoy normal. —Me encogí de hombros.

—Sí, sí estás rara, maldita sea, Valentina. Desde que Juliana comenzó a trabajar con nosotros estás diferente.

—Luis... —Mi corazón no podía ir más rápido.

—No me interrumpas, carajo. He visto como la miras, perra. ¡Te la pasas mirándole las tetas y el culo!

Eso sonó más fuerte de lo que debió haber sonado. Ahora las personas nos miran y yo desearía ser un avestruz para enterrar mi cabeza en la tierra.

—¡Baja la voz, perro! —susurré mirando a un grupo de chicos que pasaban a nuestro lado y nos veían curiosos.

—Entonces me cuentas qué te pasa, ya me he aguantado demasiado esperando que me cuentes, pero parece que te olvidaste que soy tu amigo.

—¿Y qué hay de ti? Te he preguntado sobre Juliana y no has querido contarme, parece que tú también te olvidaste que soy tu amiga.

—Entonces sí estás así por ella... —Su cara reflejaba emoción.

—¡No!

—¿No? —Hizo una de sus caras pervertidas y no pude evitar reírme de manera nerviosa.

—Okay, Okay... Estoy un poco... ¿confundida?

—¿Te gusta Juliana, perra?

—¡No! No me gusta. Yo no soy lesbiana.

—No tienes que serlo para que te guste una mujer, existe la bisexualidad.

Nunca me lo había planteado, pero... ¿Bisexual yo? Definitivamente no. Solo es un momento de confusión, ¿verdad?

El hecho de ver a Luis tan relajado conversando sobre este tema me hizo sentir mucho mejor, más tranquila, de pronto ya no había ansiedad, se sentía bien, Luis pasó su brazo por mis hombros y comenzamos a caminar por los jardines.

Le conté todo, cuando estuvimos en el hospital, como se portaba atenta conmigo, lo que sentí cuando entrelazó sus dedos con los míos aquel día en mi casa, y también le conté como la imaginé mientras estuve con Lucho aquella tarde. Creo que eso último no fue buena idea... La carcajada de Luis llamaba la atención de todos, su cara se puso roja de tanto reír.

—Maldición, Luis, ya cállate.

—¿Sabes qué, mi perris? Creo que esta noche puedes recrear todas tus fantasías con Juliana. Les registré una habitación solo para ustedes dos.

Hizo una de sus caras pervertidas y salió corriendo antes de que yo pudiera reaccionar.

Abrí los ojos como platos.

—¡Luis, eres un hijo de perra! —dije sin importar que las personas a mi alrededor me miraran como si estuviera loca.

Subí a la habitación con manos temblorosas, pensar en encontrarme a Juliana en la habitación hace que mis nervios jueguen en mi contra.

Afortunadamente la habitación estaba sola, pero... Un momento, ¿Entonces dónde carajos está Juliana?

No puedo creer que se haya quedado con el cantantucho ese.

A la luna tu miradaWhere stories live. Discover now