Cuando un alfa se rinde

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Los siguientes días no fueron fáciles, se sentía un completo inútil ya que, aunque notaba el sufrimiento de Nalbrek, cómo lo llamaba, no podía acercarse a él consciente de que su presencia solo haría las cosas más difíciles para este.

Cuando fue él quien recibió el afrodisiaco, ¿Nalbrek también se quedó fuera esperando incapaz de entrar, sintiendo cómo lo llamaba? ¿Se habría sentido así su pareja mientras esperaba? ¿Tan inútil? Al menos el lobo pudo ir al pueblo a por ayuda, pero ellos estaban demasiado lejos como para pensarlo siquiera. No podía dejarlo solo las semanas que tardaría en ir y luego regresar. Pero estar allí sin hacer nada era tan frustrante...

En esos momentos, lo único que sabía era que Nalbrek estaba vivo y que parecía a punto de volverse loco por los afrodisiacos, que tres días después seguían sin haber sido eliminados por completo. ¿Qué cantidad le habían dado? ¿Y qué consecuencias tendría? Aquella mujer se negó a darle más, argumentando que lo mataría, pero también había dicho que le dieron el doble de la dosis normal, que entre los afrodisiacos incluyeron algunos humanos, famosos por su peligrosidad, por lo que no quería ni pensar en lo que le podrían haber hecho a Nalbrek al ser mezclados con activadores hechos para lobos, quizás, incluso, hechos para la familia Uiba.

Además, Nal llevaba ya cuatro días sin comer, después de haber sido encadenado a aquella pared y haber sido arrastrado toda la noche y parte del día siguiente por el bosque en aquellas condiciones. Aquello no tenía buen aspecto. Ojalá pudiese consultar a alguien, buscar ayuda, llevarlo a un lugar seguro y darle algo que lo ayudarse a descansar, a recuperarse, pero solo podía permanecer sentado allí preocupándose por aquel lobo idiota mientras intentaba mantener sus sentimientos bajo control para que no lo afectasen. Intentando transmitirle a Nalbrek que él estaba allí, que todo estaba bien a pesar de estar desbordado por la situación.

Se sentía tan inútil.

Estaba intentando mantenerse fuerte con todas sus fuerzas para su compañero, pero aquello era muy difícil.

Aún así, no pensaba rendirse y abandonarlo.

Escuchó ruido a su izquierda y, al levantar la cabeza, vio a un mapache aparecer. Por un momento ambos se miraron, así que le mostró los dientes, pero este, en lugar de retroceder, avanzó gruñendo amenazador por lo que él se levantó y aunque por un momento todo giró, se rehízo cambiando a zorro antes de ponerse en posición de ataque lanzándose contra el mapache haciendo que este huyese, pero, en lugar de perseguirlo, se dejó caer en el suelo agotado. Después de tres días allí casi sin comer, no tenía fuerzas.

Aquello estuvo cerca. El olor de Nalbrek empezaba a atraer a los depredadores y el olor de un zorro debilitado no era bastante para espantarlos. Mejor conseguía algo para comer antes de que ellos fuesen la comida de alguien.


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Después de aquel incidente, comenzó a cazar, a comer, encontrando un río para asearse y lavar la ropa, también empezó a dormir en un árbol desde el que podía ver la entrada de la cueva, a inspeccionar la zona mientras las horas transcurrían convirtiéndose en días sintiendo como Nalbrek comenzaba por fin a debilitarse lo suficiente como para que su mente no fuese una constante fuente de sensaciones sin sentido, empezando a haber periodos en blanco que él esperaba que significasen que, por fin, estaba durmiendo y cuando pasó un día sin sentir nada, se arriesgó a entrar con precaución. Obvió el olor acercándose al lobo o eso esperaba, ya que no veía nada.

Cambiantes Libro III TrascendenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora