Asilo

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—Esto es una locura —murmuró mientras bajaba por la montaña camino del pueblo. A pesar de que Nalbrek aún estaba un poco inestable, habían sido llamados a una reunión de urgencia.

—Lo sé. Existían rumores de que las guerras entre humanos estaban sin control dado que su número aumentó demasiado, pero intentar invadirnos a nosotros... —añadió negando con la cabeza—. Ya los echamos de nuestras tierras.

—Los humanos, cuando están desesperados, hacen locuras. Y suelen estar desesperados. Tan solo espero que consigamos detenerlos antes de que se lleven a alguien.

—Yo también —asintió Nalbrek.

—Y ni se te ocurra intentar dejarme atrás —le advirtió.

—Lo intentaré.

—No lo intentarás, lo harás.

—Esta vez no creo que dependa de nosotros —contestó.

—¿Sabes algo? —le preguntó preocupado.

—No es eso, solo siento que estás en peligro. Hay una amenaza que se acerca a ti y todos mis instintos me dicen que te ponga a salvo, el problema es que no parecer haber ningún lugar al que llevarte, piense en el lugar que piense, la sensación no desaparece. Es frustrante.

—Yo estoy aquí —le recordó—. Dolorido después de esa caída, pero estoy aquí. Sobre la caída... —comenzó con precaución.

—No diremos nada —negó haciendo que él suspirase de alivio. No quería que los demás pensasen que era un loco que saltaba desde los precipicios—, no podríamos explicar cómo te saqué. Tan solo diremos que encontramos rastros de lobos en el bosque, así que los evitamos.

—Me molesta que tomes las decisiones sin más, pero dado que estoy de acuerdo, lo aceptaré.

—Soy un alfa y te marqué. No puedo evitarlo.

—Lo sé —eligió como pareja a un alfa y eso tenía—. Tan solo recuerda que yo también soy un cazador.

—Después de lo que hiciste en Narg, es difícil de olvidar —asintió—. Si los rumores son ciertos y los humanos intentan entrar, nos encontraremos con los lobos lo queramos o no.

—¿Lo dices porque quemé la ciudad o por sacarte de allí?

—Por ambos. Quemaste su ciudad y no les importará que fuese culpa suya. Desde luego, no podrán acusarte en público, ya que eso llevaría a hablar sobre los motivos y, tarde o temprano, sobre mi familia, pero eso no significa que, si se presenta la oportunidad de vengarse de ti, la vayan a desperdiciar. Y en medio de una batalla o durante el traslado, tendrán muchas oportunidades.

—Cuidaré mi cola de los lobos.

—No solo eso. Necesito que me obedezcas cuando estemos con otros lobos.

—Sabes que me pides mucho, ¿verdad?

—Lo sé, pero también sabes que las relaciones de los lobos son complejas y que solo nosotros podemos entenderlas. Por eso necesito que, si te digo algo, me obedezcas. La situación es demasiado peligrosa.

—Siempre y cuando sea razonable, lo haré —aceptó a regañadientes y es que tenía razón. Las relaciones y reglas de los lobos eran demasiado complejas para un zorro impulsivo como él. Confiar en Nalbrek sería lo mejor.

—Dau —le pidió Nalbrek.

—Siempre y cuando sea razonable —se reafirmó—. ¿O es que me vas a pedir cosas que no sean razonables?

—Sabes que no.

—Entonces no hay problema. Si nos encontramos con lobos, cerraré la boca y me mantendré tan en segundo plano como pueda. En cuanto al humano, Hilmar me pedirá ayuda, ¿verdad?

Cambiantes Libro III TrascendenciaWhere stories live. Discover now