Pase lo que pase, no me sueltes

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Se arrastró lastimoso por el bosque. Sus caderas, sus pobres caderas. Era cierto que había dicho que le metiese la polla tan adentro como pudiese, pero ¿hacía falta tomarse aquella frase tan en serio? Y ya sabía que la idea de aquel lobo eran dejarlo tan agotado que pudiese llevárselo lejos de allí, por más que, desde el principio, aquel plan estuviese condenado al fracaso.

—Nunca subestimes la resistencia de un zorro, sobre todo después de varias semanas de abstinencia —murmuró sonriendo y deteniéndose junto a Nalbrek, que dormía en su forma de lobo, antes de coger el silbato de madera y soplar con fuerza vistiéndose mientras esperaba—. Ni intentes engañarlo —añadió lanzando el saquito al aíre antes de atraparlo.

Nalbrek intentó cansarlo, pero con lo que no contó aquel lobo era con que él había tomado una decisión y que, cuando lo hacía, no dejaba que nadie se interpusiera. Así que buscó el lugar adecuado para su encuentro antes de ir buscar a Nalbrek, dejando preparadas, además de la crema, ropa, polvos para dormir y habiendo hablado con Giam para que se ocupase de su hijo. Por eso, en cuanto Nalbrek acabó, le pidió que se transformase en lobo echándole los polvos para asegurarse de que no despertaba por el momento y comenzando a prepararlo todo.

Miró hacia arriba hasta que vio a un águila acercarse y aterrizar.

—Gracias por venir —lo recibió.

—¿Estás seguro de esto? —le preguntó Giam y él asintió. El águila no estaba contento con aquello, pero tampoco se negó consciente de que solo un milagro podía salvarlos, un milagro que podía ser aquel.

—Tan solo, Nalbrek no sabe nada de la razón por la que acepté ser voluntario y preferiría que siguiese así. Al fin y al cabo, si todo sale bien, no tendrá importancia y si sale mal... Bueno, si sale mal, con más razón no quiero que lo sepa.

—Pero sabes que, incluso si sale bien, no volverás a ser el mismo.

—Desde luego que seré el mismo. Tengo suficiente personalidad para imponerme a un dios —le advirtió.

—Eso deseo. No quiero ni pensar en lo que sería de Nalbrek sin ti.

—Y por eso sobreviviré —le aseguró—. La preparación para la ceremonia al parecer es difícil, así que lléveselo tan lejos como pueda y manténgalo dormido todo el tiempo posible, cuando despierte, asegúrese de que no se acerca hasta que todo acabe. Después, regresen.

—Yo me ocuparé.

—Gracias —le agradeció antes de acercarse a Nalbrek e inclinarse para poner su frente contra la suya—. No le causes problemas a tu padre —le advirtió por su conexión—. Nos vemos luego, dormilón —se despidió antes de incorporarse—. Vuele lejos —le pidió y Giam asintió arrastrando a Nalbrek hasta el centro del claro cambiando a águila antes de marcharse volando alejándose tan solo para dar un giro de ciento ochenta grados, acercándose a toda velocidad para coger a Nalbrek y alejarse con él volando—. Impresionante —aplaudió—, ¿no lo crees?

—Eres más protector con tu pareja de lo que pensaba —dijo Asdis saliendo del bosque.

—Desde luego. No quería que una loca como tú viese a Nalbrek sufrir así.

—Tal vez a él no, pero a ti sí te veré sufrir.

—Pero apuesto a que no es ni la mitad de placentero de lo que sería ver a Nalbrek —replicó.

—Tal vez. Pero cada vez que hablas, haces que mi antipatía hacia ti aumente.

—No me preocupa. Te odio mucho más de lo que nunca podrás odiarme tú a mí.

—¿Y eso de qué te sirve cuando vas a pasar por una ceremonia tan dolorosa que más de la mitad de los que lo intentan mueren y, del resto, la mayoría se vuelve loca por el dolor?

Cambiantes Libro III TrascendenciaWhere stories live. Discover now