A cualquier parte

329 91 29
                                    

Entró en la cueva en silencio, poniendo el nuevo trozo de carne delante de Nalbrek antes de cambiar a zorro y tumbarse con la espalda contra la suya comenzando a pasar el tiempo sin que ninguno de los dos dijese nada hasta que su estómago rompió el silencio. Su cuerpo exigía comida, sobre todo porque tenía carne justo al lado, pero él ignoró los cada vez más fuertes ruidos hasta que Nal habló.

—Deberías comer.

—Gracias por la opinión —replicó sarcástico—. Pero esa comida no es mía.

—Yo no comeré.

—Bien —aceptó cerrando los ojos de nuevo mientras su estómago seguía protestando hasta que, por fin, pareció entender que no iba a lograr nada, calmándose.

—¿Cuánto tiempo más piensas estar aquí? —le preguntó Nalbrek varias horas después, pero él lo ignoró—. ¿Piensas estar aquí hasta que coma? —Él volvió a ignorarlo y todo volvió a quedar en silencio—. Yo no comeré —le advirtió algún tiempo después.

—Cállate —le advirtió molesto—. ¿No comes? Muy bien. Pero cállate. Quiero morir de hambre en paz.

—No puedes quedarte ahí sin comer.

—Claro que puedo. Somos pareja, nuestro destino es el mismo. Si tú mueres, yo muero. ¿O acaso no te dije que te seguiría a cualquier parte? Bueno, pues morir de hambre en una cueva en medio de ninguna parte también entra dentro de ese "cualquier parte". Y ahora cállate.

—Pe...

—Cállate.

—No...

—Cállate.

—Es que...

—Que te calles —exigió exasperado.

—Tú no lo entiendes.

—¿El qué? ¿Que no eres capaz de pasar más de tres segundos en silencio? Sí, lo entiendo muy bien. Y ahora cállate.

—Los afrodisiacos aún están activos dentro de mí.

—Aja.

—Y si como carne, me recuperaré.

—Aja.

—Y te atacaré.

—Aja.

—Estoy hablando en serio.

—Yo también. Cállate, quiero morir de hambre, no de aburrimiento.

—Dau.

—¿Qué? —le preguntó exasperado—. ¿Quieres morir de hambre? Muy bien, yo te acompañaré, pero deja de aburrirme con excusas absurdas como esa.

—No es una excusa absurda.

—No, claro que no. Porque un lobo que es un saco de huesos y que ni siquiera tiene fuerzas para hablar va a poder someterme por comer un poco de carne. Claro. Y si te doy una patada en el culo lo bastante fuerte, te puedo mandar de un golpe a nuestro pueblo y hacer que caigas en nuestra cama. Y ahora, cállate —repitió—. Después de tantas horas, al menos podrías haber buscado una razón más creíble para no comer mi carne —murmuró quejándose a nadie en particular antes de cerrar los ojos. Al fin un poco de tranquilidad.



Ops! Esta imagem não segue as nossas directrizes de conteúdo. Para continuares a publicar, por favor, remova-a ou carrega uma imagem diferente.
Cambiantes Libro III TrascendenciaOnde as histórias ganham vida. Descobre agora