Alejarse

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—Lobo idiota.

—No me llames lobo idiota, no soy tu pareja para tolerarte esas tonterías.

—¿Y entonces por qué contestas? —Se sentó en la roca.

—¿No vas a bajar? —le preguntó Hilmar, que estaba más abajo en un campamento con el humano, que estaba dormido, prefería no saber por qué.

—Demasiado olor a humano —rechazó—. Además, para cuando acabemos de hablar, tu dolor de cuello será memorable.

—Zorro estúpido.

—Lobo descerebrado.

—¿Y qué haces aquí?

—Traducir lo que ha dicho Nalbrek para ti. Ese lobo inútil no es capaz de dar una respuesta comprensible ni aunque su vida dependa de ello. Así que aquí va. Ya sabes que Nal puede ver las conexiones entre la gente —Hilmar asintió mientras prestaba atención—, al parecer esas uniones son como cuerdas que nacen en la persona y la unen con otra, eso es lo que Nal puede ver: dos personas unidas por cuerdas. Si la relación es fuerte, la cuerda es gruesa, si la relación se debilita, la cuerda se hace cada vez más delgada hasta que desaparece, pero siempre está unida a dos personas por los extremos. Excepto las de Asdis. Nalbrek las describió como serpientes que se mueven y se conectan con quien Asdis quiere, creando una relación, una muy fuerte, por eso hacéis lo que ella dice. Al parecer solo afecta a los lobos y Nalbrek puede romper esas conexiones, pero dado que vosotros no podéis ni siquiera verlas, lo único que puedo recomendarte es no acercaros a ella y, en caso de que no os quede más remedio, que haya cerca alguien muy importante para vosotros, para que pueda romper su influencia igual que hizo Rishi contigo durante el incendio de la ciudad. No es mucho, pero es lo único que Nalbrek sabe.

—Gracias, es más que suficiente.

—De nada. Si podéis deshaceros de esos locos alfas, estaremos más que felices de ayudar. ¿De verdad vas a volver?

—Sí. Cuando la ciudad me exigió traer a Rishi aquí, me negué, pero luego me di cuenta de que esta iba a ser la única oportunidad de poder hablar con Nalbrek, disculparme con los dos, preguntarle a tu pareja sobre Asdis. Sé que no teníamos derecho a su ayuda, pero también sabía que era el único que podía ayudarnos a entender lo que ocurría.

—¿Y no sospecharán si desapareces?

—Debo regresar con Rishi para dejarlo bajo vigilancia. Órdenes del encargado de mi grupo —negó. Al parecer tenían pensada una coartada desde el principio.

—Así que regresarás con tu grupo y les contarás lo que te he dicho.

Son los únicos en los que puedo confiar dentro de la ciudad. Los demás deben estar buscando más aliados aprovechando que Asdis no está. Cuando regrese, planearemos qué hacer. Me gustaría luchar contra los humanos, pero Asdis es la primera en generaciones en alejarse de la ciudad y no creo que se repita una segunda vez. No podemos dejar escapar la oportunidad.

—¿Y el humano? ¿Qué piensas hacer con él?

—Los demás deben estar buscando un lugar seguro para nuestras familias. Lo dejaré allí, ellos se ocuparán de él.

—Ya veo —murmuró. Al parecer ya no lo necesitaba ni para cuidar del humano. Cuando se decía que los lobos pertenecían a sus manadas, era más que una frase—. ¿Y después?

—Si vencemos, seguiremos en la ciudad. Si perdemos, nos marcharemos y fundaremos un nuevo pueblo lejos de esos locos.

—Una sabia decisión, lobo. Avísame cuando tengas tu casa, me debes muchas piezas.

Cambiantes Libro III TrascendenciaWhere stories live. Discover now