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Noche de cita

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Pasaba un día bastante aburrido.

Como de costumbre, la florería estaba abierta y el clima era muy cálido y agradable... Pero el ambiente a su alrededor había estado demasiado tranquilo para su propio bien.

Tal vez sea porque Taeyong ha dejado de venir, quién sabe. Es decir, ya le había mencionado que estaría fuera por motivos de trabajo, pero ya ha pasado más de una semana...

No ha venido.

No lo ha contactado.

La fecha del contrato, lunes, ya pasó también.

De alguna manera, cuando piensa en Taeyong, que estaba gruñendo para conseguir su atención, diciéndole que definitivamente lo haría dos días seguidos la próxima vez que estuvieran juntos, se sentía emocionado...

Ten suspiró y se sostuvo la cabeza.

—Ya sabías que la daga que tenía el guardaespaldas era una balística, ¿verdad?

De repente, la pregunta de Taeyong vino a su mente.

El sábado pasado, después de la fiesta de cumpleaños de Sunoo, Taeyong se ofreció a llevarlo a su casa... Esta fue una pregunta que Taeyong arrojó cuando estaban en el auto.

Ten silenciosamente volvió su atención a él.

—Es que hay... muchos programas interesantes en la televisión cuando no puedo dormir.

—Sí, televisión.

—Era un programa que hablaba de armas, una por una. Comparaban y analizan su rendimiento y te sacan una breve explicación histórica también. No sé, deberías verlo algunas vez.

—Ujum...

Taeyong estaba observando la tableta que tenía en las rodillas mientras que Ten, de un modo más que nervioso, miraba el paisaje que se pintaba afuera de su ventana.

Se dio cuenta de su reflejo.

Rascó su cuello.

—Dios, me dejaste las marcas de tus dientes por todos lados.

Cuando le lanzó esta oración, todavía mirando por la ventana oscura, Taeyong finalmente levantó la cabeza y se dirigió a Ten.

—¿Y eso es algo malo?

Ten giró un poco también. El hombre ya había puesto su tableta acomodada en el asiento y luego dejó la barbilla recargada en su mano. Su corazón se tensa gracias a sus inmensos ojos color azul prusiano que no dejan de mirarle fijamente.

Ten respira hondo.

—¿Qué?

—Te he marcado como mío.

Entonces Taeyong extendió la mano y tocó un poco el cuello de Ten. Le acarició, luego corrió los dedos hasta tocar también su nuca y buscó a ciegas las marcas de sus dientes... Fue solo un momento pequeño, pero los hombros de Ten se endurecieron debido al movimiento tan pausado.

Le jaló la cabeza hacia adelante, hasta dejarle la parte superior del cuerpo inclinada y las orejas expuestas.

Taeyong se inclina también, para besarle el cabello.

—Ten. ¿Por qué todavía no lo sabes?

Cuando lo miró, su aliento cayó irremediablemente sobre su nariz y en sus labios... Ten quiere cerrar los ojos para dejarse derretir sobre su palma, pero como en otras ocasiones, trató de soportar y lo enfrentó:

dear sunoo│𝘁𝗮𝗲𝘁𝗲𝗻Where stories live. Discover now