2: Descubrimiento del siglo

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2 | Septiembre | 2022

—Tu casa es increíble. —Aslan se encuentra cerca a uno de los ventanales, observando cada detalle a su alrededor, maravillado. — ¿Vives aquí sola?

—No, también está Alejandro, es como mi aprendiz. —Explica brevemente, siguen caminando por los amplios pasillos hasta llegar frente a una puerta doble de madera que se encuentra cerrada. —Escucha, estoy por mostrarte algo muy valioso, necesito que me prometas que no vas a desmayarte o salir corriendo y vender la noticia a un periódico.

—¿A menudo haces esto?

—¿Qué cosa?

—Ya sabes, secuestrar hombres ebrios y traerlos a tu supermansión. —Dice, aunque para ser una persona "secuestrada" no se ve muy asustado. —¿Ese es tu laboratorio secreto o algo por el estilo?

—No te estoy secuestrando y... —Miró la puerta de reojo. —Podría decir que sí, es una especie de laboratorio.

Aslan asiente y April tiene que tomarse unos segundos para que su vista logre enfocar con claridad el cerrojo de la puerta, empieza a pensar que tal vez es una mala idea ejecutar su plan en ese estado, así que decide que lo mejor será esperar hasta el otro día. Mientras tanto, puede explicarle un poco todo al hombre que al parecer ha secuestrado.

—Ahora que lo dices, no tienes ningún sentido de supervivencia, ¿por qué me seguiste la corriente y viniste a mi casa? Podría ser traficante de órganos o algo peor. —Con esfuerzo al fin logra introducir la llave en la cerradura y abrir la puerta, pero antes de entrar da media vuelta sobre sus talones hasta quedar frente al hombre que la mira con el ceño fruncido, como si en verdad se estuviese esforzando por encontrar una respuesta.

—Cuando estábamos en el bar, tus ojos se veían tristes. —Aslan balbucea, intentando con todas sus fuerzas no tambalearse y arrepintiéndose de haber bebido tanto. —Cuando de repente tuviste esa idea y empezaste a jalarme hasta aquí... cambió, algo cambió y ya no se veían tan tristes.

—Ya... gracias, supongo. —Aslan le sonríe. April intenta devolver aquella sonrisa, pero está segura que su rostro solo se contrajo en una extraña mueca. Desea que él no hubiese visto esa tristeza en su mirada. —Como te decía...

Abrió por completo ambas puertas revelando un inmenso cuarto, sus paredes son en su totalidad blancas, al igual que el resto de la casa, y de gran altura. Lo primero que se puede apreciar al entrar es el desorden, hay papeles y carpetas apilados en distintas áreas del lugar, e incluso en el piso, hay un tablero que ocupa toda la pared del fondo y este está lleno hasta el tope con fórmulas y hojas de cuadernos pegadas con cinta.

En la parte izquierda se encuentra una larga mesa con varios computadores en la mitad, alrededor de ellos más hojas y algunas sillas. A la derecha se encuentran restos de lo que parecen ser cables, aluminio e incluso herramientas, además de un estante de madera repleto de libros.

—Disculpa el desorden, no estaba entre mis planes traer a alguien. —April se disculpa mientras recoge algunos cuadernos y hojas del piso en un vago intento de organizar, pero Aslan no está en lo absoluto prestando atención a sus palabras, en cambio, está inspeccionando todo el sitio con la mirada, preguntándose si acaso se encuentra en un sueño producto del alcohol en su cuerpo o lo que ve es real. — ¡Alejandro!

Un hombre de tez morena y ojos levemente rasgados aparece de entre una pila de hojas con rapidez, sosteniendo una carpeta y un lapicero, lleva puesta una bata blanca y sus gafas están torcidas. Con solo verlo, April sabe que de nuevo se ha quedado dormido haciendo sus tareas.

—¡Profesora! —El chico grita a modo de saludo con un extraño acento, Aslan a su lado intenta procesar todo, en especial cuando el chico vuelve a hablar, pero esta vez en otro idioma. —¿Quién es él?

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