Epílogo 2

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Aviso: 

Antes de que empiecen a leer, la primera parte del epílogo fue modificada, agregué más contenido ya que está segunda quedó demasiado larga, por lo que tuve que cortarla y repartirla en la primera parte. Así que los invito a que se devuelven y lean la primera parte nuevamente para mayor comprensión de lo que sucederá a continuación.

¡Gracias por su atención! 


3 | Julio | 1997

—¿Hueles eso? —Aslan pregunta en cuanto ponen un pie fuera del portal. April por instinto inhala, pero no logra percibir algún aroma en particular. —Es el aroma del aire setentero.

—En realidad, el aire es un material gaseoso, así que no tiene sabor ni olor. No puedo decir que es el mismo aire que respiramos en nuestra línea porque hay que tener en cuenta factores como la contaminación que aumenta-

—Ya entendí el punto, solo estaba bromeando. —Aclara él, rodando los ojos. —Sígueme, sé en donde podemos conseguir ropa a la moda, he estado esperando tanto tiempo par-

El sonido de un golpe interrumpe las palabras del pelinegro, April frunce el ceño y lleva la mirada hacia la pared que se encuentra a su derecha, el golpe proviene de la habitación de al lado.

—Creo que no fue nada de que-

Entonces, un gemido.

April ya había olvidado ese desagradable remolino en el pecho, pero fue solo cuestión de escuchar ese peculiar sonido para recordar aquellos días pasados. No habían vuelto a encontrarse con una escena de tan mal gusto en su casa, y al igual que como la primera vez, el disgusto y la rabia se apoderaron de ella.

—Ya he tenido suficiente de esto. —Dice, tirando todo lo que trae consigo encima y caminando a paso apresurado fuera de la sala.

—Amor, calma, hoy es un lindo día y no vale la pena que-

—¡No me interesa! Es que, de verdad, podrán pasar mil años y yo seguiré sin entender como a dos personas les puede parecer una buena idea fornicar en una maldita casa abandonada, ¿¡cómo!? ¿¡A razón de qué!? —April está a punto de abrir la puerta que da a la habitación donde se supone estaría su laboratorio, pero no hace falta ya que esta se abre sola, relevando el rostro avergonzado de dos jóvenes. —¡Con ustedes dos quería hablar!

—Señora, cálmese...—La chica de tal vez unos veinte años habla, sus mejillas se encuentran sonrojadas y la camisa que trae puesta está al revés. —No estabas haciendo nada malo, todo el mundo tiene sexo.

April no sabe que la ofendió más, si el hecho de que la llamase señora o la evidente falta de conocimiento acerca de las personas asexuales.

—Además, esta casa no es suya, ni de nadie en realidad. —Esta vez interviene el chico, luciendo aburrido e incluso algo hastiado de toda esa situación.

—Esta es propiedad privada, y ustedes están irrumpiendo en ella, ¿sabían que eso es un delito? Voy a llamar a la policía.

—Okay, creo que es momento de calmarnos. —Aslan comenta, interviniendo por primera vez en la discusión. April siente las manos del hombre posicionarse con delicadeza en su cintura y atraerla mas hasta él. En el fondo se avergüenza un poco de que esa simple acción baste para que se quede callada y todo el calor de su cuerpo se acumule en sus mejillas con rapidez. —Ustedes dos, consigan un motel o algo, lo dejaremos pasar, pero no querrán terminar metidos en un problema serio la próxima vez.

Espacio, tiempo y otros defectos ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora