13: ¿Final feliz?

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21 | Octubre | 2019

—¿Harry Potter y las reliquias de la muerte? —Pregunta Aslan, echándole una ojeada al libro con rapidez. —¿No sería mejor ropa o algo así?

—Tiene trece años, recibir ropa a esa edad sigue siendo deprimente.

—¿Qué tal un álbum de BTS?

—Ellos ni siquiera eran una banda en esa época, Aslan. —Dice, rodando los ojos y quitándole el libro al hombre, le da la vuelta a este y se queda contemplando la portada con una cara embobada. Es hermosa. —Ya está decidido, le llevaré este.

—Yo también quiero llevarle algo. —Reprocha el pelinegro, apoyándose contra el carrito de compras que April le dijo unas tres veces que no hacía falta llevar, ya que solo iban por el libro. —Buscaré algo, ya vuelvo, científica.

April se queda ahí, con el libro entre las manos y observando a Aslan perderse entre los pasillos. No está segura de poder enfrentarse a la imagen de sí misma celebrando su cumpleaños en soledad absoluta. La sola idea lograba hacerla estremecer, y querer encerrarse de nuevo en algún lugar apartada de todos.

Pero valía la pena tomar el riesgo, porque si en esa línea estaban pasando las cosas tal cual, a la suya, entonces en unas horas esa pobre niña iba a tener el peor de los cumpleaños, y sabiendo eso, ¿no tenía que al menos darle un regalo?, es lo menos que puede hacer, darle ese libro que tanto anhela y hacerla feliz por unos minutos.

Sin ánimos de continuar recordando ese momento, comienza a caminar hacia las cajas, para pagar el libro. Habían viajado a otra línea, una más actual y que ya habían visitado antes, solo para comprar el regalo. Se coloca detrás de un señor, asegurándose de estar en la fila más corta, una vez asegurado su lugar, mira a su alrededor. ¿En dónde se había metido Aslan?, se pregunta al notar que ya solo faltaba una persona por pagar para que fuese su turno.

—¡Llegué! —Aslan aparece a su lado, sin carrito y con una pequeña caja azul en las manos, que no dudó en abrir de inmediato, revelando una cadena dorada con un pequeño dije de girasol en la mitad. April se queda en silencio, observando con detenimiento el dije, y tiene la sensación de haberlo visto antes, pero no recuerda en dónde. —¿Te gusta?, no encontré algún dije relacionado con ciencia o física, pero al menos la cajita combina con tu pelo.

—Es precioso. —Admite en medio de una risa, dejando de lado sus pensamientos. —Aunque ella no tiene el cabello azul todavía.

—Pero lo más seguro es que lo tendrá en algún momento, y si no, entonces combina con su alma. ¿Crees que a ella le guste?

—Seguro que sí.

—Perfecto. Es increíble lo que puedes comprar por solo diez euros.

¿En dónde había visto ella ese dije antes? Su cabeza da vueltas y vueltas, pero no logra hallar una respuesta.

—Siguiente, por favor. —La mujer en la caja avisa, y a sus espaldas siente como Aslan le da un leve empujón para que continúe.

Luego de pagar cada uno sus respectivos regalos, caminaron de vuelta hasta la casa, contaron con la suerte que la April y el Alejandro de esa línea estuviesen en la universidad, por lo que fue tarea fácil escabullirse dentro y llegar al laboratorio. Revisó sus apuntes en el cuaderno, asegurándose de ingresar las coordenadas en la línea donde estaba la pequeña April; y sin perder más tiempo, entraron al portal.

—De acuerdo, no tengo la menor idea de como hacer esto. —Confiesa, en cuanto ponen un pie en la ya conocida línea. El sol empezaba a esconderse, pero no le preocupa, porque recuerda haberse quedado hasta tarde ese día. —¿Cómo le damos las cosas?, ¿Se las lanzamos?, ¿O las dejamos ahí y ya?, ¿Qué tal si no las ve?

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