4: ¿Y si mato a mi abuelo?

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3 | Septiembre | 2022

—Te dije que vinieras con ropa cómoda, no como un payaso. Parece que te vomitó un arcoíris. —April dice, sin ninguna intención de sonar ofensiva.

Aslan se encuentra de pie en la entrada, junto a su maleta, y con una expresión aburrida en el rostro. No es que ella tenga un gusto ejemplar, en realidad no le presta mucha atención a aquello, si es sincera, sus únicas referencias las saca de la película "El diablo viste a la moda", y solo porque Alejandro tiene una pequeña obsesión con Anne Hathaway. Por eso cuando ve llegar a Aslan con una camisa rosa pastel de botones, un pantalón de lino beige y unos mocasines cafés, su cabeza hace corto circuito, pero no en el buen sentido.

—¿A quién llamas payaso? ¿Tú piensas ir así?

—¿Así cómo? —April mira su propia ropa, sin comprender que hay de malo con esta. Trae una camisa negra ancha, un pantalón de igual color, su usual bata blanca encima y sus fieles tenis blancos.

—Con esa pinta de científica loca. Corrección. Con esa pinta de científica loca emo con complejo de Harry Potter, ¿no había unas gafas más horrendas? ¿Y por qué toda de negro? Vamos al pasado, no a un funeral.

—Al menos no tengo una rana muerta en la cabeza.

—¡Es una boina! —Protesta el hombre, cruzándose de brazos. —Creo que me caías mejor estando ebria.

—¿Pueden dejar de discutir cómo dos adolescentes? —Alejandro aparece, con los brazos cruzados y el ceño fruncido, claramente no conforme con la presencia de Aslan en la casa, ni de todo el plan en general. —La máquina ya está preparada. —Anuncia el menor, al tiempo que April empuja a Aslan dentro de la casa y cierra la puerta de entrada.

—Perfecto. Alejandro, trae mi maleta, por favor. Y tú—Llama, señalando al pelinegro. —Sígueme, y por favor, quítate esa rana de la cabeza.

Aslan ignora su comentario y solo se dedica a seguirla hacía el laboratorio en silencio.

—Podemos buscar a tu alma gemela también. —April dice de repente, encarando al hombre antes de dar un paso dentro de la habitación. Aslan la mira de una forma extraña, no esperándose esa propuesta.

—¿Qué?

—Sí, estuve pensando, y si en alguna línea temporal yo estoy muerta, hay probabilidades de que en otra tú también lo estés. —Explica, pero siente que ha dicho algo malo, ya que el hombre se ha puesto tan pálido como una hoja de papel. —Solo si quieres, claro... ¿Cómo se llamaba?

—Mónica. —Fue lo único que alcanzó a decir antes de desviar la vista hacía algún punto del salón.

—Puede que tal vez nos tome más tiempo, pero...—April se acerca, acomodándose un mechón de su cabello azul que le estorbaba en el rostro. —¿No te gustaría conocerla? Y si todo sale bien, ¿estar con ella?

—Y-Yo no lo sé... Supongo que estaría bien, igual este es tu plan, y solo estoy aquí para hacer mi trabajo como guía, no quisiera retrasarte o terminar estropeando todo.

—No vas a estropear nada, saldrá bien. —April le regala una sonrisa sincera. —¿Confías en mí?

—No.

—Perfecto, de igual forma la vamos a buscar.

Alejandro llega a la habitación en ese instante, sosteniendo una maleta amarilla mediana y un bolso pequeño color negro.

—Linda maleta, parece un pollito gigante muerto.

—En serio necesito que te calles o esto no va a funcionar, estamos en un momento serio.

Espacio, tiempo y otros defectos ✓Where stories live. Discover now