Epílogo

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28 | Febrero | 2005

Aslan nunca creyó poder llegar a amar tanto la vida como lo hace ahora. Si bien cuando por fin huyó de los asfixiantes brazos de sus padres se sintió un poco mas liberado, de alguna forma seguía sin ser suficiente, aun faltaban piezas para terminar de reconstruir su felicidad, encontrar la libertad que tanto deseaba.

Nunca se imaginó que el inicio del cambio que necesitaba lo encontraría un día cualquiera en aquel bar.

Brockenhurst es un pueblo bastante acogedor, aunque para Aslan cualquier lugar se sentiría como un hogar junto a April, podría decir que habían construido su pequeño refugio ahí, a las afueras del pueblo en una pequeña casa, lo suficiente espaciosa para la comodidad de ambos.

En realidad, no estaban mucho tiempo allí, solían pasar sus días viajando de una línea a otra, explorando todas las maravillas que las distintas líneas temporales tienen para ofrecerles, de vez en cuando entrometiéndose en el curso de ellas; llegaban en la noche a descansar, y en algunas ocasiones cuando estaban demasiado cansados para viajar solo pasaban algunos días ahí, cuidando el jardín o recorriendo las pintorescas calles, los sábados ambos tomaban el tren directo a Highgate, donde April impartía clases de refuerzo a un pequeño grupo de niños, temas bastante básicos de la física según ella.

Él genuinamente es feliz, todos los días al despertarse ve a April sentada junto a la ventana bebiendo una taza de café y leyendo un libro, le da gracias a quien sea que haya construido y decidido su destino, porque siente que todo el dolor del pasado valió la pena, porque los días malos se le hacen mas llevaderos, no sabe si ya está loco o demasiado enamorado, pero juraría que incluso el aire se siente más fresco y el azul del cielo es más brillante.

No cambiaría lo que tiene por nada del mundo.

—¿Puedes dejar de ser un maldito vago y venir a ayudarme con los tulipanes? —La voz de April lo trae de vuelta a la realidad, Aslan se aparta el periódico de la cara y se acomoda sobre la silla para observarla mejor.

—¿Te he dicho alguna vez que me encanta tu amabilidad, cielo? —La mujer rueda los ojos en señal de fastidio, dándole la espalda de nuevo y acuchillando con rabia a un pobre tulipán amarillo con la palita que él mismo le compró.

—No estoy para bromas, ¡muévete!

—Ya voy, ya voy. —Contesta en medio de una risa, poniéndose de pie y caminando en dirección al pequeño jardín que adorna la entrada de la casa. Para Aslan es imposible no soltar una carcajada cuando ve de cerca el desastre que es April en ese momento, su overol antes rosado ahora todo manchado con abono y agua, su cabello recogido en una cola alta, una de sus mejillas salpicada de tierra, su pañoleta mal amarrada y las gafas torcidas. —¿Amor, que se supone que estás haciendo?

—Intento sembrar nuevos tulipanes, compré semillas. —Menciona con obviedad, señalando el desastre en frente suyo.

—Esto parece mas como una masacre de flores...menos mal eres profesora, morirías de hambre como jardinera.

En realidad, April es terrible para cualquiera tarea del hogar, Aslan se pregunta cómo la mujer sobrevivió sola durante tanto tiempo sin saber cocinar o si quiera encender una lavadora. Para él eso no representa ningún problema, desde que decidieron comprar la pequeña casa él mismo se había ofrecido a encargarse de las tareas básicas como preparar la comida o realizar el aseo general, no había mucho que hacer porque no pasan mucho tiempo allí, pero los días en que sí están disfruta de mantener la casa limpia y preparar nuevas recetas.

Claro que April había insistido en ayudar, pero había sido una catástrofe cuando juntó la ropa blanca con la de color, o cuando casi quema la casa preparando pastas. Aslan le sugirió encargarse del jardín, compró semillas, abono y todas las herramientas necesarias para ella, y aunque a la mujer le sigue costando de sobremanera esa sola actividad, él a sido testigo de todo el empeño que le ha puesto para mantener la preocupante cantidad de flores que había sembrado en un buen estado. A pesar de sus nulas capacidades como jardinera, Aslan debe admitir que April a hecho un buen trabajo.

Espacio, tiempo y otros defectos ✓Where stories live. Discover now