— mami. –viene mi hijo triste–. Fui a tu ropero para buscar una remera de papi, pero no estaban sus cosas.
— papi tu busca hoy después del jardín mi amor. –lo alcé.
— pero ¿Vamos a dormir los tres juntos hoy? ¿No?. –me mira.
No sé que responderle, no tengo respuesta para su pregunta.
— mira mi amor, mamá y papá están teniendo algunos problemas. –acaricie su mejilla–. Eso no quiere decir que no nos queramos.. solo que aveces necesitamos tener cada uno su espacio.
— ¿Se pelearon por mi culpa mami? ¿Por qué se pelearon? Contame. –se esconde en mi pecho–. Me pone triste.
— no mi amor, no es tu culpa, nada de esto es tu culpa. –lo abrace fuerte–. Ahora mejor vamos a bañarte, tenés que ir al jardín.
— hoy voy a estar todo el día triste, ¿Puedo faltar y quedarme jugando con Olivia?.
— no mi amor, tenés que ir al colegio, no se discute eso.
Rueda los ojos tal cual su padre y va caminando hacia el baño. Camino detrás de él, estaba con su carita triste, me mataba verlo así, odiaba verlo triste. Termine de bañarlo y lo puse bonito, le puse perfume, lo peine para que termine despeinandose.
— está es mi facha mami, no mis pelos todos feos. –me mira riendo.
Era tan Zeballos que dolía, lo tenía en la sangre.
— cállate chamuyero. –le di un beso en el cachete–. Vamos.
Subimos al auto, empecé a manejar hasta el jardín de mi hijo, al llegar bajamos, hable un ratito con su seño, primero para preguntar si se estaba portando bien, porque era medio tremendo mi hijo, parecía un santo nomás.
Lionel me lleno de besos y se fue corriendo para adentro, subí nuevamente al auto para manejar hasta casa, no tenía ganas de absolutamente nada, pensaba quedarme acostada todo el día, no quiero saber nada de nadie, por un buen ratito, sigo triste y bajoneada por todo lo que pasó con Exequiel.
