Día 4: Un sueño hecho añicos

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#Taletober2022 : Añicos

#Huectober : Placer


En las rápidas y nerviosas cabezadas entre los soldados, los sueños estaban plagados de guerra, de enemigos y de monstruos. No obstante, en los de Kaiden había una sola cosa: familia. Un hermano muy joven, una esposa a la que añorar, unos hijos que merecían crecer en un mundo donde no los acecharan y persiguieran solo por ser lo que eran.

Aquella intranquila noche, el hombre soñó con una tarde tranquila, un día cualquiera, colmado de pequeños placeres: jugar a la sombra con los más pequeños, acercarse a su mujer para besarla, saborear su cuerpo con aquella familiaridad que había sentido desde el día en que la conoció.

El anhelo crecía, porque una parte de él sabía, incluso mientras veía a sus hijos perseguir a los perros, que no era real. Lo había sido, y no mucho tiempo atrás. Había estado en su casa, en aquella tarde, con sus seres queridos. Había preparado la cena —carne asada, porque no sabía hacer gran cosa más—, había arropado a sus hijos, había hecho el amor con su esposa.

El sueño se hizo añicos con la llegada del alba. El soldado abrió los ojos, apenas descansado, y suspiró. Se había acabado: dormir, soñar, recordar, todo quedaba ahora atrás. Se sentó y se volvió, enfrentando su mirada al ponzoñoso paraje que lo esperaba. Aquel era su destino, y, si no tenía suerte, también su final.

TaleTober 2022Where stories live. Discover now