Pensamientos (9)

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Tras mi encuentro con los solteros más codiciados de la Fiesta de Año Nuevo, me encerré en mi habitación. Suficientes emociones para un día, muchas gracias, vuelvas prontos.
Ser Rorkin estaba más gruñón que de costumbre, así que luego de informarle que no volvería a salir ese día, se retiró de buena gana. Posiblemente a insultarme en idiomas desconocidos.

Una vez sola, me quité la mascada dorada del Gran Duque frente al espejo para observar mi cuello. La palma de Heinrey estaba tan bien delineada que podría haber sido un tatuaje. Cómo diablos iba a quitarme aquella cosa? Gruñí y miré el alhajero de reojo. Sovieshu me había regalado joyas a lo largo de mi estadía, pero no usaba ninguna. A diferencia de la ropa, que era necesaria, no me sentía cómoda llevando accesorios tan caros.
Levanté la tapa de madera reaciamente. Los diamantes, rubíes, zafiros y quien sabe que otras piedras, engarzadas en oro y plata, brillaron con fuerza como si estuvieran enfadadas de estar ahí dentro todo el tiempo. Rebusqué hasta encontrar el anillo con la diminuta piedra roja que podría pasar por una joya cualquiera si no fuese por su poder.

Me lo puse en la mano izquierda y automáticamente, las cicatrices desaparecieron. Mis manos estaban tan suaves como en mi anterior vida. Volví al espejo con los ojos cerrados, rogando que su magia funcionara también en el resto del cuerpo. Entreabrí uno con miedo, y para mi gran alivio, mi cuello estaba normal. Solté de golpe el aire que contenía en mis pulmones.

Bilbo puede quedarse con su anillo de invisibilidad, este es mil veces más útil.

Libre de esa preocupación en particular, tomé la mascada del Duque. Iba a tener que devolvérsela antes de la fiesta. Iba a ser extrañísimo hacerlo en medio del baile, con nobles extranjeros chismosos por todos lados.

Ay, pero...

Es que...

Miré en todas direcciones antes de acercarlo a mi nariz y respirar profundamente. Olía tan maravillosamente! La fragancia era oscura y masculina, con notas a maderas desconocidas para mí. No tenía ninguna gana de devolverlo!

Me senté en el alfeizar con el pañuelo en las manos, pensando qué podía hacer.

'Oh, por supuesto, una señorita no puede ir en persona a las habitaciones de un caballero sin escolta! Es una LÁSTIMA que Ser Rorkin no esté aquí. Y Cherry y Kate vuelven pasado mañana, por lo que no puedo hacer que alguna de ellas se lo alcance. OH, NO, la tragedia! Deberé quedármelo y cuidarlo hasta que pueda devolvérselo de manera apropiada!'

Me reí ante mi lógica imbatible mientras me llevaba el pañuelo a la nariz una vez más para disfrutar de aquel perfume.
Mientras lo hacía, un ave graznó en un árbol cercano, sobresaltándome. Sentí mis mejillas enrojecer, como una adolescente a la que habían sorprendido haciendo algo malo. Me asomé y el plumaje negro de un cuervo se entrevió entre las ramas.
Era obvio que Heinrey me asignaría uno luego de nuestro encuentro, pero tener OTRO guardia más me mortificaba. Y si quería pasearme como dios me trajo al mundo? EH!?

Abrí la ventana, invitándolo a entrar si quería. Podía revisar todo el cuarto porque no había nada que encontrar. Si, estaba mi diario, pero había sido lo suficientemente cuidadosa como para relatar todo como si simplemente contara mi día.
"Hoy conversé con el emperador sobre esto y aquello y aquella otra cosa. Ayer Cherry y Kate me contaron sobre los chismes que corren entre los sirvientes. Hay algunos sumamente interesantes!"
Porque sí, me había tomado la molestia de esconder la información importante entre cosas triviales en las que una jovencita podría interesarse: Chismes, moda, etiqueta. Si alguien lo leía por equivocación o a propósito, iba a aburrirse intentando sacar información relevante.
Tener que estar en continuo estado de alerta era bastante molesto, pero mi supervivencia dependía de qué tan bien me manejara en este nuevo mundo lleno de conspiraciones.

Ayuda! Reencarné en la Rata!Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon