Caos (13)

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El Gran Duque Kaufman dio un paso al frente luego de esas palabras, moviéndose para bloquear levemente el paso del Emperador.

Sovieshu lo miró con expresión divertida.

—Y ese alguien sería usted, Gran Duque? —Él asintió.

—Le oí decir que Lady Rashta aprende rápido. Podrán bailar la siguiente pieza sin problemas. —Kaufman me miró. Como era de esperarse, el Emperador endureció la expresión. El Gran Duque se mantuvo firme en su lugar sin bajar los ojos. Era una misión kamikaze... No podía dejar que se sacrificara por mí.

—En qu-

—Su Majestad? —Interrumpí, metiéndome en medio para acaparar toda la atención. Puse mis mejores ojos de cordero. Le agradecí mil veces en mi mente al Gran Duque. —De verdad me da miedo avergonzarlo. Además... No debe bailar con la Emperatriz? No es importante? —Sovieshu cambió su expresión amenazadora inmediatamente, y me miró con cara de cachorro apaleado y confuso.

—Quiero que tu primer Año Nuevo sea especial. —Como vio que no cedía, agregó —De verdad, está bien. Lo prometo.

Hijodesuputamadre.

Contuve el aliento por un segundo antes de suspirar, derrotada. Miré al Gran Duque con pena.

—Querría bailar conmigo la segunda pieza, Gran Duque Kaufman? Entiendo si no. —Asintió, manteniendo mi mirada y moviéndose fuera del camino.

—La esperaré.

Le sonreí sinceramente. Cómo me gustaba ese hombre... Apreté la mano de Sovieshu, nerviosa, y lo seguí al centro de la pista de baile.

—No sabía que la gente de Rwibt era tan descarada. O será solo cosa del Gran Duque? —Se quejó Sovieshu.

—Tengo pánico de pisarlo, Emperador. —No iba a permitir que insultara a mi varón. Él rió, olvidando a Kaufman. Para mi fortuna, tenía el tiempo de concentración de un niño de tres meses.

—Todo saldrá bien. Ya lo verás.

Tomamos posición en el momento en que Navier llegaba de la mano de Heinrey. Sovieshu los observó con una ceja en alto, preguntándose qué hacía ahí el príncipe, pero la música comenzó a sonar y debimos movernos.

El baile se parecía mucho al vals, así que más o menos a media canción pude dejar de mirarme los pies. Sovieshu me sonreía radiantemente.

—Lo ves? Eres muy buena en esto.

—Yo no diría "muy", Su Majestad. —Sonreí con incomodidad.

—Tonterías.

En ese momento, fui extremadamente consciente de su cuerpo. Su altura era perfecta. Mi rostro quedaba justo en su pecho, y estábamos tan cerca que su perfume era todo lo que podía oler. Qué habría usado?
Miré sus ojos. Sus pestañas eran largas y ligeramente curvas. Sus labios eran de un tono rosado que no creía posible en nadie. El contraste con su piel era agradable. Sus manos eran suaves y bastante más grandes que las mías, y bajo la mano que tenía en su hombro podía sentir la firmeza de su cuerpo. No entrenaba, pero no era piel y huesos tampoco.
Y su rostro era guapo. La mandíbula recta, el cuello ancho. Era un ser humano muy hermoso.

—Rashta?

—Si? —Sovieshu rió entre dientes.

—Llevas mirándome fijo un largo rato, sucede algo?

A la merga, pensé que estaba actuando natural...

—Lo siento, Emperador! Tal parece que me concentré demasiado. —QUÉ FEO QUE SUENA ESO, MARIANA. —EN EL BAILE! EN EL BAILE, NO EN USTED! —MARIANA, DEJA DE CAGARLA. —PERO NO PORQUE USTED SEA ABURRIDO O ALGO DE ESO! —Me apresuré a añadir de manera atropellada. Los ojos de Sovieshu se entrecerraron.

Ayuda! Reencarné en la Rata!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora